Lectura: Efesios 4:25-32

Si existe algo que ha causado problemas a lo largo de la historia, es la comunicación en todos sus ámbitos: familiar, laboral, grupal, estudiantil y gubernamental.  El apóstol Pablo usó la palabra: “obscena” (Efesios 4:29), en este caso, para describir el poder que tienen las palabras para denigrar a las personas.  Además, dijo que la buena comunicación tendrá el efecto contrario, servirá “para edificación”, describiendo el poder que puede tener para el crecimiento y reconocimiento de las personas.

Si aún no entiendes este principio, a continuación, compartimos algunos ejemplos de palabras inadecuadas para dirigirnos a los demás: “¡No puedes hacer nada bien!” “¿Por qué no eres igual a…?” “¡Siempre te equivocas!” “¡Todo lo que tocas lo destruyes!”  y puedo seguir adelante, pero, seguramente ya te habrás imaginado 20 más. 

Por el contrario, muchas veces nos resulta muy difícil decir: “¡Bien hecho!” “¡Hoy has hecho un buen trabajo!” “¡Estoy muy orgulloso de ti!” “¡Eres muy bueno en eso!” “¡Así se hace!” “¡Gracias por tu ayuda!” “¡Que buena idea!”, y la lista puede seguir.

Cuando el apóstol Pablo compartió este principio, quiso crearnos conciencia sobre el poder que tenemos al pronunciar las palabras, ya sea para construir o para destruir, y por ende, debemos examinar constantemente nuestra manera de tratar a nuestro prójimo, sobre todo a los más pequeños.

  1. Una palabra de aliento puede hacer la diferencia entre el éxito o el fracaso de una persona a la cual se la decimos.
  2. Este mundo es suficientemente difícil, como para estar oyendo siempre palabras de desaliento, es por ello que, al tratar de corregir a una persona, una buena práctica es decirle primero 3 cosas positivas que hace bien, antes de señalarle el error que creemos está cometiendo.

HG/MD

“Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen” (Efesios 4:29).