Lectura: Daniel 6:1-9

Pocas historias en la Biblia se comparan con la de Daniel, su trabajo en el reino Medo Persa era tan bueno y honrado, que el rey Dario: “pensaba constituirlo sobre todo el reino” (Daniel 6:3), como encargado general.

No obstante, esto le trajo muchos enemigos en la corte.  Los ministros y administradores buscaron la forma en la cual deshacerse de Daniel, buscaron y buscaron, pero no pudieron hallar nada en la vida de este hombre que pudieran usar contra él, tanto que la Biblia indica lo siguiente: “ninguna negligencia ni corrupción fueron halladas en él” (Daniel 6:4).

¡Cuán asombroso fue el testimonio de Daniel! Era un hombre que se esforzaba y cumplía con excelencia las labores encomendadas por sus jefes y también tenía el tiempo para darle a Dios el primer lugar que merece.  Fue tal su buen testimonio, que este amor absoluto por Dios fue la única manera en la cual lograron fraguar un plan para quitarlo de su camino, creándole un conflicto entre su fe en Dios y su trabajo para el rey (Daniel 6:5-9).

Si nos examinaran hoy muy de cerca, ¿Saldríamos tan bien librados como Daniel?, ¿hacemos nuestro trabajo con tanta excelencia que nuestros compañeros, no podrían encontrar alguna falta en nosotros?  Y de la misma forma ese examen mostraría, ¿que amamos a Dios sobre todas las cosas?

El increíble poder de una vida entregada a Dios tanto en lo material como en lo espiritual es inimaginable, esto provocaría una reacción inmediata en nuestro entorno, callando a los críticos de la fe y dando gloria a Dios.

  1. Al igual que Daniel, nuestras vidas como creyentes deberían ser el mejor testimonio de nuestra fe.
  2. Cuando haces un trabajo fielmente y de buena forma, tu fe será evidente.

HG/MD

“Entonces los ministros y los sátrapas buscaban hallar pretexto contra Daniel en los asuntos del reino, pero no podían hallar ningún pretexto o corrupción, porque él era fiel. Ninguna negligencia ni corrupción fueron halladas en él” (Daniel 6:4).