Lectura: Proverbios 17:1-28

El debate en la televisión había subido bastante de tono, pero bueno, la mayoría de estos programas son así, el debate era sobre la letra de las canciones que actualmente escuchan nuestros niños y niñas.

Uno de los invitados quería dejar claro que las letras llenas de obscenidades de algunas canciones, son dañinas para los niños y los jóvenes que las escuchan, pues dañan su percepción de cómo es el mundo en realidad y promueven valores que para nada les beneficiarán en su futuro.

De forma antagónica, el otro invitado de manera muy simplista decía: “¡Vamos! ¡No son más que palabras! ¿Qué daño pueden hacer?”.

Lo que esta segunda persona decía es una creencia popular. Muchos estarían de acuerdo, aunque saben que en verdad el lenguaje se está poniendo cada vez más inmoral y bajo; en su forma de ver las cosas eso no hace daño. Esas personas dicen que sólo las acciones pueden ser malas y las palabras son sólo eso, palabras. Para ellos las palabras no hieren.

Ahora veamos lo que dice la Biblia acerca de las palabras que usamos. El Salmo 36:1-3 indica que las palabras pueden ser tanto malvadas como engañosas. En Proverbios 7:5,21, Salomón sugirió que algunas palabras son tentadoras; y en 2 Pedro 2:18 se nos dice que las palabras arrogantes y vanidosas son seductoras.

Qué tipo de lista tan terrible: seductoras, malvadas, engañosas y tentadoras; esa clase de palabras realmente hacen daño. Por eso tenemos que tener cuidado con las palabras que pronunciamos, tal como Salomón escribió: “El que tiene conocimiento refrena sus palabras, y el de espíritu sereno es hombre prudente” (Proverbios 17:27).

  1. No nos engañemos, las palabras sí dañan, tanto o de igual forma que las acciones, pidamos a Dios que nos dé dominio propio, nos ayude para que nuestras palabras sean usadas con prudencia y el Espíritu Santo nos guíe al usarlas.
  2. Con la ayuda de Dios convirtamos las tendencias equivocadas en palabras que edifiquen y motiven a otros, en un mundo donde las palabras son usadas para el mal.

HG/MD

“El que tiene conocimiento refrena sus palabras, y el de espíritu sereno es hombre prudente” (Proverbios 17:27).