Lectura: Filipenses 2:5-11

Los deportistas de equipos de cualquier deporte siempre quieren jugar, y siempre recordarán las ocasiones en las que fueron enviados “a la banca” (dejar de ser titular y pasar a ser un jugador de cambio).

La labor de un capitán de equipo no se limita a dar órdenes a sus compañeros durante el partido, su responsabilidad se extiende a situaciones más allá de la cancha.  Cuando un jugador es relegado a la banca, parte de la labor del capitán es conversar con ese jugador, e indicarle que él ha aprendido muchas lecciones en la vida deportiva, y parte de ellas es estar en la banca en algunas ocasiones.  Una vez que se está en esa posición, puedes escoger sentirte muy mal o puedes tomar la decisión de mejorar y mostrarle al entrenador que eres capaz de sobreponerte a las adversidades.

Siempre será humillante sentir que nos han bajado de rango, que nuestros privilegios han disminuido, o que nos han sido reducidas nuestras responsabilidades.  Igual que los deportistas podemos escoger deprimirnos o tomar esta situación como parte del adiestramiento del Señor para con sus hijos e hijas.  El apóstol Pedro nos recuerda este principio de esta manera: “…Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes.  Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que él los exalte al debido tiempo” (1 Pedro 5:5-6)

De esta misma forma, el apóstol Pablo también nos indica que nuestro Señor Jesús fue un ejemplo de sumisión humilde a Dios.  El descendió del cielo para convertirse en un hombre, y no se quedó ahí, ya que estando en esa condición se hizo un “siervo”, a tal punto que murió injustamente en la cruz para pagar por una culpa que no era de Él, sino nuestra (Filipenses 2:6-8).

  1. Ser humildes y sumisos a nuestro Dios no es una señal de debilidad, sino evidencia de una persona que refleja el carácter y prioridades de nuestro Señor.
  2. El Todopoderoso Dios, dejó su lugar en el cielo, y nació en un lugar indigno de su majestad, trabajó de forma humilde como un carpintero y lo despreciaron por hablar la verdad; a pesar de ello no fue disuadido y nos amó de tal forma que dio su vida por ti y por mí.

HG/MD

“Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que él los exalte al debido tiempo.” (1 Pedro 5:6)