Lectura: Mateo 5:1-12

Era uno de los inviernos más duros que había experimentado la región del norte de los Estados Unidos, la nieve se amontonaba en los jardines y las calles tenían que ser tratadas constantemente para que no se congelaran.

Pero esto no detuvo a Esteban, su esposa estaba en el séptimo mes de embarazo y tenía un desesperado antojo por chocolate con leche de una determinada marca comercial, así que Esteban salió en medio de la tormenta para tratar de comprarlo. 

Buscó en los supermercados y en todas las tiendas de conveniencia que aún se encontraban abiertas, pero en ninguna encontró el chocolate que buscaba, le dijeron que iban a contar con este producto hasta dentro de una semana.  Y aunque llevó chocolates de otro tipo, su esposa no estuvo satisfecha hasta que el producto llegó una semana después.

La triste experiencia de Esteban, nos sirve de comparación con nuestras necesidades espirituales.  Todos tenemos un profundo anhelo espiritual el cual no se resuelve con nada que este mundo pueda ofrecernos.  Esta es una necesidad que tiene la forma de Dios y que sólo Dios puede llenar; al satisfacer esta necesidad nuestras vidas rebosarán de esperanza y significado.

En nuestra lectura devocional leímos con respecto al sermón del Monte, mediante el cual Jesús prometió que quienes tienen hambre y sed de justicia “serán saciados” (Mateo 5:6).  Solamente en Jesús podremos encontrar lo que verdaderamente estamos buscando.

  1. Ya no sigas buscando, todo lo que necesitas se encuentra abundantemente en Jesús.
  2. Sólo Jesús, el pan de vida, podrá satisfacer tu hambre espiritual.

HG/MD

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).