Lectura: Eclesiastés 2:17-26

Durante un vuelo, las cosas se complicaron pues había mucha turbulencia durante el viaje, así que el trabajo de los colaboradores de la aerolínea durante el vuelo, se tornó muy complicado, debido a que había personas con ataques de nervios, otros enojados y mucha preocupación por la estabilidad del avión.  De toda la tripulación, una dama superaba en edad a la mayoría; ella nunca perdió la calma y atendió siempre con una sonrisa las múltiples quejas y peticiones, así que al terminar aquella odisea, al aterrizar, un hombre antes de salir le dijo: “estimada dama, puede brindarme su nombre para mandar una carta de agradecimiento a la aerolínea por su excelente trabajo”, ella le contestó: “Para mí fue un gusto haber podido ayudarles durante este viaje, si a alguien tiene que agradecer es a mi verdadero jefe, Jesús, quien nos protegió a usted y a mí”.

Cuando llegues a los 60 años, habrás trabajado en promedio unas 80.000 horas, sin importar a que te dediques; ya sea que des clases, trabajes en una fábrica, tengas una empresa o te dediques a las ventas; sin importar lo que hagas, esas son muchas horas invertidas en un oficio para ganarte la vida.

Teniendo eso en mente, piensa en lo que dijo Salomón en Eclesiastés 2:17: “Entonces aborrecí la vida porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; pues todo es vanidad y aflicción de espíritu”.  Eso puede sonar muy deprimente, pero espera, el escritor no se queda ahí.  Si continuamos leyendo en el capítulo 2, hay una luz de esperanza que se asoma en el horizonte, ¡puede haber satisfacción en el trabajo!  Y ese gozo se encuentra cuando el trabajo se hace para agradar a Dios (Eclesiastés 2:24-26; Colosenses 3:23-25).  Es por ello que cuando realizamos nuestro trabajo como un servicio a nuestro Señor, se convierte en algo trascendente y relevante.

  1. Imagínate la maravilla de trabajar 80.000 horas con la actitud de aquella colaboradora de la aerolínea, ¡no hay nada mejor!
  2. Tu trabajo diario tiene un valor eterno cuando se hace como para el Señor.

HG/MD

“Por esto mismo yo trabajo, esforzándome según su potencia que obra poderosamente en mí” (Colosenses 1:29).