Lectura: Salmos 34:15-22

Muchos se van a identificar con el siguiente relato. Una vez tuve que llamar a mi compañía de seguros para realizar una gestión, y me alegró haber iniciado muy temprano.

Durante las primeras 2 horas ni siquiera pude entrar al sistema telefónico de la compañía, luego de insistir, logré ingresar al sistema el cual me informó que era el cliente numero 353 en espera y que el periodo promedio para ser atendido, superaba la hora, así que oí interminables anuncios y música, indicando las bondades del servicio de esa empresa, y cada cierto tiempo una voz electrónica casi de ultratumba que decía: “Todas nuestras líneas se encuentran ocupadas, favor esperar, colgar o llamar de nuevo más tarde”.

Por supuesto no iba a cortar, ya llevaba aproximadamente 4 horas en esa situación, así que esperé y media hora después logré mi cometido, logré ingresar al menú de atención y la misma voz terrorífica decía: “Digite 1 si desea información de… Digite 2… Digite 3…”; y al fin luego de aproximadamente diez opciones, llegué a la que me interesaba: “Digite 0 y pronto será atendido por uno de nuestros asesores”.  Así que marqué 0 y para mi sorpresa escuché otra grabación que me decía que la persona quien me atendería estaba en su tiempo de almuerzo, que marcara la tecla # para ser atendido por otra persona; así lo hice y para mi asombro, volví al inicio de la fila, y la grabación me dijo: “Todas nuestras líneas se encuentran ocupadas, favor esperar, colgar o llamar de nuevo más tarde”.  Desde luego colgué.

Luego de esto, sentí la necesidad urgente de hablar con el Señor para contarle sobre mi frustración.  Como era de esperar no salió ninguna grabación que me dijera que estaba ocupado, ni que tenía que esperar mi turno.  Yo sabía que Dios me estaba escuchando en ese mismo instante y que yo de verdad le importo muchísimo.

En la vida cotidiana no siempre tenemos respuestas así de inmediatas, inclusive cuando se trata de nuestras peticiones de oración, pero debemos estar seguros de que Dios nos está escuchando. El Salmo 34 lo expresa de una forma maravillosa: “Los ojos del Señor están sobre los justos; sus oídos están atentos a su clamor” (v.15).

  1. Gracias Señor porque sabemos que no tenemos que esperar para que nos escuches.
  2. La oración que se hace en el nombre de Jesús, es una línea directa hacia Dios.

HG/MD

“Los ojos del Señor están sobre los justos; sus oídos están atentos a su clamor” (Salmos 34:15).