Lectura: Colosenses 1:15-23
En algunos lugares públicos como zoológicos o parques me he encontrado con rótulos que indican que ese es un ambiente tranquilo para que las personas tengan un momento de silencio, por lo cual solicitan a todos los visitantes respetar y no molestar a los demás haciendo ruido.
Es un hecho que muchas personas anhelan tener paz en sus vidas, y ciertamente un rato de silencio puede tranquilizar la mente. No obstante, la Palabra de Dios nos enseña que la paz verdadera, la paz con Dios tan sólo nos la puede brindar su Hijo. Pablo afirmó: “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
Sin Cristo, somos enemigos de Dios a causa de nuestro pecado. Felizmente, aceptar el sacrificio de Jesús nos reconcilia con el Padre y pone fin a la hostilidad que nos separa de Él (Colosenses 1:19-21). Ahora, Dios nos ve como Cristo nos presenta: “santos, sin mancha e irreprensibles delante de él” (Colosenses 1:22).
Por supuesto, debemos entender que tener paz con Dios no garantiza una vida sin problemas, pero sí nos calma en los momentos difíciles. Jesús dijo a sus seguidores: “En el mundo tendrán aflicción”; aunque su declaración no quedó ahí, también les dijo: “pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33). (Colosenses 3:15).
- Sólo Jesús puede darnos la verdadera paz para llenar nuestro corazón.
- Saber que estamos del lado ganador debe llenarnos de paz y confianza.
HG/MD
“Y la paz de Cristo gobierne en su corazón, pues a ella fueron llamados en un solo cuerpo, y sean agradecidos” (Colosenses 3:15).
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