Lectura: Lucas 24:37-44

Para ese momento ya los discípulos habían recibido al menos tres reportes de personas o grupos diferentes sobre la resurrección (las mujeres, Pedro y ahora estos dos amigos y discípulos de Emaús) y todavía hablaban entre si sobre los acontecimientos; era el momento de terminar con toda aquella zozobra, ya era suficiente. Jesús aparece y les dice: “¡Paz a ustedes!”, pero en lugar de paz su aparición causó terror, ¿será un fantasma? se decían.  Las puertas estaban cerradas porque temían a los líderes judíos (Juan 20:19), entonces ¿cómo pudo haber entrado esta aparición?  El miedo muchas veces hace que no podamos ver la solución que tenemos frente a nosotros y esa era la situación por la que estaban pasando los discípulos.

El Señor siempre tiene la solución, y para este caso, el miedo y confusión que sentían, desaparecieron con evidencias palpables, la evidencia es Él mismo; véanme dijo el Señor, pueden tocarme, vean mis manos y pies. Ahí estaban las huellas físicas de lo que tuvo que sufrir en la cruz por amor y sin embargo ellos aún no acababan de creerlo, ¿cómo puede ser? se preguntaban, pues sabían que efectivamente había muerto.

Para terminar de convencerlos les presentó una prueba ineludible, comió un pescado asado frente a ellos para mostrarles, que así como tantas veces habían compartido juntos a la luz de la fogata una comida con buenos pescados (ya que muchos eran expertos en el arte de la pesca); ahora Él nuevamente estaba con ellos, y así como hizo con los dos de Emaús les recordó que todo aquel sufrimiento había sido profetizado.

  1. Cuán emocionante debió haber sido aquel encuentro en aquel lugar donde estaban reunidos. Pasaron del miedo al gozo en pocos instantes; ese es el efecto que causa Jesús en la vida de las personas.
  1. En muchas ocasiones tendemos a ver solamente los problemas debido a que los tenemos muy cerca de nuestra realidad habitual, pero debemos ver más allá de las circunstancias y entender que por más difíciles que parezcan las situaciones, son temporales y en algún momento acaban; más nuestra relación con Dios es eterna y Él sabe qué es lo mejor para nosotros.

MD/HG

Jesús: ¡Soy yo mismo!  “Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo” Lucas 24:39

Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic.