Lectura: Salmos 65:1-13

El vecino tiene en uno de los árboles de su propiedad un comedero para ardillas, el diseño es muy simple, tan sólo se trata de dos tablas con un clavo el cual utiliza para asegurar los alimentos que ubica en el comedero, por ejemplo, mazorcas de maíz.

Todas las mañanas un par de ardillas llegan puntualmente para disfrutar de su alimento, toman cada grano de la mazorca que sostienen entre sus pequeñas manos, dándole vueltas hasta comerlo por completo.  Al final del día sólo queda una pequeña cantidad de sobras debajo del árbol.

A pesar de que mi vecino cuida de estos pequeños animales, las criaturas le temen.  Cuando se aproxima, ellas huyen refugiándose de inmediato en otros árboles, y en algunas ocasiones hasta chillan como desafiándolo a no acercarse más.  No saben que este hombre las ama y les provee alimento.

Algunas personas actúan de la misma manera con Dios.  Huyen de Él con temor, no sabiendo que Él es quien las ama y les provee abundantemente todo lo que necesitan y para su disfrute (Salmos 65:11).

Somos cuidados, somos protegidos y somos amados por Dios, esto debe hacernos sentir tranquilos y confiados sin importar la circunstancia, sabiendo que somos sus hijos e hijas.

  1. El amor de Dios es tan perfecto, ya “que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18)
  2. Nuestro Padre Celestial siempre está pendiente de nosotros, no dudemos de su amor.

HG/MD

“En el amor no hay temor sino que el perfecto amor echa fuera el temor. Porque el temor conlleva castigo, y el que teme no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18).