Lectura: 2 Reyes 19:9-20
Aunque a muchos les cueste creerlo, había una época no muy lejana cuando no existían teléfonos en las casas, internet y por supuesto tampoco existían los teléfonos móviles inteligentes. En ese entonces el rey de la comunicación “rápida” era el telegrama, un medio por el cual viajaban las noticias importantes y en ocasiones también las malas noticias, pues era la forma más efectiva de informarles a las personas acerca de alguna situación.
En el tiempo cuando Ezequías era rey de Judá, estaban peleando una guerra contra Senaquerib, el rey de Asiria, quien había invadido y conquistado algunas de las ciudades de Israel. En ese momento Senaquerib le envió una carta al rey de Judá, por así decirlo un tipo de “telegrama”, con malas noticias y donde lo presionaba para que se rindiera. Ezequías describe aquel momento como un “día de angustia, de reprensión y de vergüenza” (2 Reyes 19:3).
Senaquerib literalmente se burlaba de Israel jactándose de sus campañas militares, despreciando al Dios de Israel y amenazando al pueblo (2 Reyes 19:11-13). Ante semejante situación, Ezequías hizo algo inusual con las malas noticias de la carta: “subió a la casa del Señor, y las extendió delante del Señor” (2 Reyes 19:14). Después, oró fervientemente, reconociendo que sólo Dios podía solucionar la grave situación (2 Reyes 19:15-19), entonces el Señor intervino de manera poderosa (2 Reyes 19:35-36).
El ejemplo de Ezequías es el mejor; cuando nos lleguen malas noticias extendámoslas delante del Señor en oración. (2 Reyes 19:20).
- Sin importar cuáles sean las noticias, ponlas en oración delante de Dios.
- Señor, tú sabes qué es lo mejor para nuestra vida, por ello descansamos en la respuesta que tú quieras darnos.
HG/MD
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 Pedro 3:12).





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