Lectura: Lucas 6:27-36

Hace un tiempo vi una serie que trataba sobre conducir grandes camiones de carga por las heladas carreteras del norte de Alaska.  En la serie, uno de los camioneros estaba riéndose constantemente y contando chistes inocentes por el intercomunicador.

Sin embargo, a uno de sus compañeros le molestaba mucho su buen sentido del humor, así que le dijo algunas palabras no tan agradables y algo despectivas por el intercomunicador.

Poco después, el crítico conductor perdió el control de su gran camión y terminó en una zanja, hundido hasta los ejes en la nieve. Adivina quién pasó por la desolada ruta y vio el aprieto en el que estaba el otro camionero. Exactamente… su amigo risueño.

Ahora bien, ¿qué harías tú? ¿Reírte interiormente del problema de tu semejante y pasar de lejos? Eso no fue lo que hizo este hombre, más bien se detuvo y pasó varias horas ayudando a salir de allí a quien lo había criticado. Cuando terminó, simplemente dijo: “Cada vez que tengo oportunidad de reparar el daño que he causado, es un placer hacerlo”. Y después, desde luego, se echó a reír.

¡Qué lección más práctica para todos nosotros! ¿No es esto lo que Cristo nos ordenó que hiciéramos en Lucas 6, ayudar incluso a aquellos que parecen ser nuestros enemigos?

  1. La próxima vez que alguien diga algo de ti que no te guste, piensa en estos dos hombres antes de actuar o criticar.
  2. Haz algo a favor de esa persona y, al hacerlo, tal vez tengas un nuevo amigo.

HG/MD

“Sean misericordiosos, como también su Padre es misericordioso” (Lucas 6:36).