Lectura: Marcos 12:41-44

El Señor Jesús a menudo hacía cosas que no parecían tener una doble intensión, sin embargo, si las estudias detenidamente, te encontrarás con la forma en la cual impartía sus lecciones de vida; tal fue el caso de la ocasión en la que se sentó en el templo cerca del lugar donde se depositaban las ofrendas, observando como las personas iban y venían.  Muchos de ellos montaban todo el espectáculo para que los demás pudieran observar cuán “generosos” y “desprendidos” eran; pero entre todas esas personas que pasaron, una captó su atención por lo que hizo, vio a una mujer que echó dos blancas.

La blanca era la moneda de más baja denominación que circulaba en ese momento, y por esto, en comparación con lo que depositaron otras personas, la ofrenda de aquella mujer viuda posiblemente era risible y sin ningún valor para muchos.

Pero nuestro Señor al igual que en el caso de David, vio mucho más allá de lo que ven las personas, vio su corazón (1 Samuel 16:7), ella había dado todo lo que tenía (Marcos 12:44).  La viuda no estaba tratando de llamar la atención hacia sí misma, y aunque no se dice mucho con respecto a su situación, si es evidente que esta mujer dio más allá de lo esperable, y Jesús lo notó.

Nunca debes olvidar que Dios ve todo lo que haces y cómo lo haces, aunque creas que es muy pequeño o sin importancia.  Quizás sea tan sencillo como ofrecerle una sonrisa a un desconocido, realizar un acto de amor y amabilidad hacia alguien que no conoces, o tan simple como orar por una situación que está atravesando una persona.

  1. Esta semana realiza un acto de amor inesperado por una persona a tu alrededor.
  2. Dios ve tus intenciones y acciones, así que ten cuidado con lo que haces.

HG/MD

“Pero el Señor dijo a Samuel: No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, pues yo lo he rechazado. Porque el Señor no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.” (1 Samuel 16:7).