Lectura: Salmos 1:1-6

Un hombre plantó dos árboles de la misma clase y edad.  Al primero lo colocó en un terreno plano cerca de una fuente de agua, en donde sus raíces se arraigaron profundamente.  El segundo lo colocó en un terreno inclinado, con una tierra no tan buena como la del primero, y donde al llover el agua corría a toda prisa hacia un pequeño río.

Pasaron los días y los meses, ambos árboles crecían; entonces un día una fuerte tormenta vino y el árbol plantado en el terreno plano permaneció firme, mientras que el otro árbol cayó al fondo del río.

¿Por qué pasó esto?  Debido al sistema de raíces, ya que mientras el primero había desarrollado raíces fuertes y profundas, y obtuvo nutrientes debido al suelo en el cual estaba plantado, el segundo nunca pudo desarrollar un sistema de raíces que le permitiera soportar los embates del tiempo, por lo cual fue derribado por la fuerza de aquella tormenta.

Si bien es cierto que también existe un lugar y un tiempo para divertirnos, y en general realizar actividades no trascendentales, no debemos aferrarnos a ellas y a situaciones superficiales que tan sólo nos brindan satisfacción temporal.  Es necesario que nuestras raíces se profundicen, anclándonos firmemente en las verdades más profundas que encontramos en la Biblia (1 Corintios 2:9-13).  Sólo de esta forma cuando vengan los vientos de la tentación o la desventura, podremos resistir sin importar cuan fuertes sean.

  1. Sólo podrás desarrollar una relación profunda con Dios si hablas con Él, meditas y lees su Palabra y compartes con otros lo aprendido.
  2. Si estás arraigado en las verdades y principios de la Biblia, podrás soportar los vientos de la prueba.

HG/MD

“Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae. Todo lo que hace prosperará” (Salmos 1:3).