Lectura: Salmos 16:1-11
Al igual que cualquiera de nosotros, David también tuvo sus noches de oscuridad y soledad cuando todo parecía fuera de su control. Como a nosotros, las dudas y temores en ocasiones lo atraparon al creer que no había solución a los problemas, es ahí donde se volvía a su amado Pastor (Salmos 23:1), y se recordaba a sí mismo que el Señor estaba con él; esto traía paz a su atribulada alma, e incluso pudo escribir palabras como las siguientes: “Al Señor he puesto siempre delante de mí; porque está a mi mano derecha no seré movido” (Salmos 16:8).
Al igual que David, cada uno de nosotros ha vivido momentos en los cuales la angustia nos desborda; es cuando los pensamientos ansiosos luchan por tener un lugar en nuestra vida, las noches son más largas y el sueño no llega a nuestro encuentro. Sin embargo, es justamente en esos momentos en los que no debemos agitarnos, porque aun en la oscuridad, Dios está siempre presente consolándonos, y en medio de la peor de las noches nos indica cual es el camino a seguir.
Puedes hablar con Dios sobre todo lo que te preocupa, echa tu ansiedad en Él (1 Pedro 5:7). Háblale con confianza de tus fracasos, ansiedades, frustraciones; cuéntale sobre esas respuestas que esperabas y que nunca llegaron, en esos momentos calla y escucha a Dios, eso es lo que cambia una noche triste en una noche extraordinaria al lado de tu amado Señor.
- El secreto de un buen descanso es comprender que el Señor siempre ha estado, está y estará a tu lado cuidándote.
- Sino puedes dormir no cuentes ovejas, habla con tu amado Jesús, tu buen Pastor.
HG/MD
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).