Lectura: Hebreos 9:11-22
Tan sólo faltaban un par de días para la celebración por la llegada de nuestro amado Señor y Salvador Jesús, y en la iglesia habían preparado un programa especial para recordar ese momento.
Así que el director del coro ya estaba en el podio, recorriendo con la vista a todos los participantes. Los miembros del coro se ubicaron en sus lugares, acomodaron la música en sus carpetas y las sostuvieron a una altura que les permitiera ver al director. El director esperó hasta que todos estuvieran listos. Entonces, tras una indicación con su batuta, los acordes de hermosísimos villancicos empezaron a llenar toda la iglesia y las afueras del lugar.
Envuelto por el sonido, sentí que me sumergía en la historia de la Natividad de nuestro Señor. Cuando celebramos con música gloriosa la primera venida de Cristo, me viene a la mente que el pueblo de Dios, tal y como los miembros de un coro, está preparándose para la próxima indicación del director, cuando el Señor venga otra vez (1 Tesalonicenses 4:13-18).
En aquel día, participaremos con Él en el movimiento final de la sinfonía de la redención divina donde todo será hecho nuevo (Apocalipsis 21:5). Mientras aguardamos confiadamente, debemos mantener la vista puesta en el director y estar listos para el servicio continuo a Él y a nuestros semejantes.
- Ya nuestro Señor hizo lo que tenía que hacer: nacer, crecer, servir, amar, morir y resucitar; es por lo cual ahora nosotros tenemos el privilegio de seguirlo e imitarlo.
- Debemos mantener nuestra mirada puesta en el Señor para compartir las bellas melodías de su Palabra con otros.
HG/MD
“Pero estando ya presente Cristo el sumo sacerdote de los bienes que han venido, por medio del más amplio y perfecto tabernáculo no hecho de manos; es decir, no de esta creación” (Hebreos 9:11).