Lectura: Isaías 43:1-4
La joven pareja esperaba con ansias su segundo hijo, pero en el séptimo mes de embarazo ella empezó a sentirse muy mal; mientras la joven se debilitaba cada día más hasta el punto en que su vida empezó a peligrar, los doctores luchaban por descubrir que estaba sucediendo.
Al verla sufrir, su esposo sentía que la perdía sin que él pudiera hacer nada para mejorar su salud y cambiar su situación. Un día mientras oraba, buscó consuelo en las Escrituras y sus ojos se detuvieron en el primer verso del libro de Isaías 43.
“No temas, porque yo te he redimido. Te he llamado por tu nombre; tú eres mío”. Esas palabras resonaron en su corazón y mente, el Espíritu Santo lo reconfortó con esas poderosas palabras. Finalmente los doctores luego de muchos exámenes y complicaciones, dieron con la causa y la joven pareja tuvo a su segunda hija en brazos terminando con este complicado capítulo de sus vidas.
Y es que la manera tan tierna y cercana en la cual Dios le hablaba a su pueblo Israel, nos debe hacer recordar que Él sigue estando atento a nuestras angustias y preocupaciones; el capítulo continúa diciendo lo siguiente: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás ni la llama te abrasará” (v.2). Cada una de estas frases demuestra el cuidado de Dios y hablan a nuestro ser.
Puede ser que el consuelo no llegue por medio de un milagro, sino de saber que nunca estamos solos. En algún momento todos hemos atravesado muchas circunstancias complicadas, pero Dios sigue utilizando sus palabras para consolarnos y prepararnos para los momentos difíciles.
- ¡Nunca estas sólo!
- Confíale a Dios tu vida.
HG/MD
“Pero ahora, así ha dicho el Señor, el que te creó, oh Jacob; el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido. Te he llamado por tu nombre; tú eres mío.” (Isaías 43:1).