Lectura: Job 38:1-21

¡Silencio, sssh! No sé si te han dicho esa expresión, pero cuando la oyes, sabes que te están extendiendo una invitación a no seguir hablando, por decirlo de manera amable.

En el libro de Job, quizás no se cita como tal, pero está implícita al final del libro, cuando Dios tuvo que acallar al patriarca y a sus amigos, cuando no paraban de dar sus opiniones con respecto a uno de los grandes misterios de la vida: ¿Por qué sufren las personas?  Dios usó un torbellino para luego callarlo y empezar a hablar, indicándole a Job que tenía que empezar a escucharlo.

Es muy difícil para el ser humano adquirir la disciplina del silencio, la cual te ayuda a aprender a escuchar a Dios. Elías también tuvo que aprender esta disciplina; al igual que con Job, Dios llama su atención con un torbellino, aunque luego siguió con un terremoto y luego un fuego, pero este preludio tue para mostrarle lo verdaderamente importante: el silencio a través de “un sonido apacible y delicado” (1 Reyes 19:12).

El principio que Dios quería enseñarle a estos hombres y a nosotros, es que debían parar de hablar en demasía y comenzar a escuchar más a menudo.  Necesitas callarte para dejar que Dios hable a tu corazón.

Adicionalmente, aprender a callar te impide decir tantas cosas malas o hirientes, y a pensar dos o más veces antes de hablar.

  1. Habla menos y trabaja más.
  2. Controlar tus palabras te ayudará a ser más efectivo a la hora de comunicarte, y a expresar de una mejor manera lo que le quieres decir a otros.

HG/MD

“En las muchas palabras no falta pecado, pero el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).