Lectura: Job 14:1-14

El departamento de pensiones le envió el siguiente comunicado a uno de sus beneficiarios:

“Como medida inmediata dejaremos de depositarle hoy lo correspondiente a su pensión, pues hemos sido notificados de que usted ha fallecido, las disculpas por los inconvenientes que esto pueda causarle.  Puede volver a solicitar su pensión, si sus circunstancias cambian”.

Parece como un mal chiste, esperar respuesta de una persona que ha fallecido y sobre todo que puedan cambiar sus circunstancias.  Una vez muerto, este es el punto final de la vida en esta tierra.

Eso hace que el mensaje del evangelio siga siendo tan maravilloso, pues anuncia a los cuatro vientos el milagro de la resurrección de nuestro Señor, quien ha vencido la muerte, y debido a su sacrificio en la cruz, ha provisto para todo aquel que crea en su obra salvífica, el perdón de sus pecados y vida eterna; esta es la única manera en la cual un ser humano puede cambiar el destino final de su ser, garantizándose un lugar con Él en el paraíso (Lucas 23:42-43).

Jesús rompió el poder de la muerte, Él sí logró despertar y cambiar las circunstancias de su muerte, convenciendo a los que le habían visto morir, que estaba vivo de nuevo.  Había tenido un encuentro con la muerte y la había derrotado, el apóstol Pablo lo describe de la siguiente manera: “y ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús. Él anuló la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio” (2 Timoteo 1:10).

  1. Debido a que Jesús vive, nosotros, los que hemos creído en las buenas nuevas del evangelio, viviremos para siempre con Él.
  2. La muerte es el último capítulo de nuestro tiempo aquí en la tierra, pero es el primer capítulo de nuestro destino eterno.

HG/MD

 “Todavía un poquito y el mundo no me verá más; pero ustedes me verán. Porque yo vivo, también ustedes vivirán” (Juan 14:19).