Lectura: 1 Juan 4:7-11

Mientras estaba leyendo algunas páginas de historias y noticias, encontré la historia de Luciano quien estaba acercándose a los 40 años de edad y no tenía ninguna relación amorosa seria a la vista.  Era un hombre inteligente, talentoso, divertido y sobre todo un cristiano comprometido. Pero, hasta ese momento todo en su horizonte romántico había resultado ser un espejismo.

De repente eso cambió, algunos meses atrás él había estado entusiasmado con una mujer quien también se encontraba soltera y que había conocido en una actividad conjunta de convivio con otra iglesia. Tres meses después de conocerse, a ella le detectaron un tumor maligno el cual terminó con su vida dos meses después.  Este hombre viajó para conocer a la familia de ella que vivía en otra ciudad, para compartir con ellos su dolor, y lidiar con su propio sentido de pérdida.

Todos los días muchas personas sienten la ausencia del amor de manera profunda, mientras que otras celebran su presencia. En un mundo donde el amor significa tanto, ¿existe alguna palabra del Señor para todos, ya sea que cuenten en su vida con un ser amado o que no sea así?

El capítulo de 1 Juan 4 en realidad no se centra en ser amados por otra persona, sino en el amor de Dios por nosotros y en nuestro amor unos por otros (vv.7-11). Según 1 Corintios 13:7, el apóstol Pablo nos dice que este amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. ¿Cómo es esto posible? Porque el amor de Dios “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5).

  1. El amor de Dios dura mucho más de lo que dura la mejor tarjeta declarando nuestro amor. Puedes estar seguro del amor de Dios para ti y de que un día lo veremos cara a cara, completamente transformados a Su semejanza.
  2. Hoy es el día para enviarle un mensaje o llamar a alguien a quien hace tiempo no ves, que está pasando un tiempo difícil en su vida o que sabes que está alejado de Dios, después de todo el amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:8).

HG/MD

“En cuanto a mí, en justicia veré tu rostro; quedaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmos 17:15).

En memoria de: Geovanni Zamora Araya (1969-2023)