Lectura: 1 Timoteo 6:3-19

Quizás en algún momento te has preguntado ¿por qué algunos loros en cautiverio, a pesar de estar fuera de su jaula, no se van volando? ¿Será que aman mucho a sus amos? ¿O les da miedo extender sus alas para buscar alimento por sí solos?

La respuesta es muy sencilla: su amo los entrenó para que asocien que las perchas en sus jaulas significan seguridad. Una vez que se consigue esto a base de alimento y encierro, naturalmente aferran sus garras fuertemente alrededor de la percha y no quieren soltarla.

Como creyentes, muchas veces también actuamos como esos loros; pero, en nuestro caso nos aferramos a las cosas materiales en busca de seguridad, y nos agarramos a ellas lo más fuerte que podemos. Pablo dio a Timoteo un gran consejo en cuanto a cómo ayudar a las personas a soltar la percha de lo material: “…ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas sino en Dios quien nos provee todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).

Cuando entendemos que verdaderamente Dios es el único proveedor de todo bien y don perfecto, y quien rige todas las cosas, nos convertimos en personas más humildes y aprendemos a depender más de Él.  

  1. Cuando reconocemos que toda riqueza proviene de Dios, también comprendemos que es más sabio poner nuestra esperanza y confianza en el Dador de los regalos, que en los buenos regalos que recibimos.
  2. Al usar nuestros bienes para ayudar a quienes lo necesitan, seamos libres para dar a otros, seamos generosos, seamos herramientas del amor de Dios hacia esas personas, seamos un testimonio vivo y un posible canal para presentarles el mejor de los regalos, el de la salvación.

HG/MD

“Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir” (1 Timoteo 6:18).