Arqueología e historia

SAMARIA (שֹׁמְרוֹן, shomeron; Σαμάρεια, Samareia). En la Biblia, “Samaria” se refiere tanto a una ciudad como a una región geográfica en la zona montañosa central (comparar 1 Rey 16:24). La ciudad se encuentra a 120 m sobre el nivel del mar, y ofrecía un fácil acceso a las principales rutas de viaje y al valle de Jezreel, en particular a la Via Maris—la cual conecta Egipto con Siria—y a otras carreteras importantes que cruzan por el centro de Israel. Sin embargo, Samaria carece de una fuente de agua significativa (Avigad, Samaria, 1300; Purvis, “Samaria (City)”, 915).

Historia general

La historia de Samaria se desarrolla dentro de tres períodos amplios: el período Israelita, los períodos Asirio y Helenístico, y el período Romano-Bizantino.

El período Israelita

Este período comenzó cuando “Omri compró a Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata” (1 Rey 16:24), para establecer la ciudad como su capital. Durante el reinado de los descendientes de Omri, Samaria llegó a representar las políticas y el prestigio de la dinastía. “Samaria demuestra el poder y la gran riqueza de la realeza israelita en el tiempo de Acab” (Mazar, Archaeology of the Land, 406). Algunas de las más famosas características arquitectónicas de Samaria—tales como la mampostería de sillares ensamblados, los capiteles protoeólicos, y las decoraciones de marfil—datan del gobierno omrida.
Después de la desaparición de la dinastía Omrida, Samaria siguió siendo la capital de Israel y su prestigio continuó aumentando, además llegó a tener una elevada influencia y mucha riqueza durante el reinado de Jeroboam II. Los óstraca de Samaria (fragmentos de vasijas con inscripciones)—que datan del tiempo de Jeroboam II—arrojan luz sobre las políticas administrativas de Israel, lo mismo que sobre cuestiones generales de la sociedad, la geografía y la lingüística. (Avigad, Samaria, 1304; Kaufman, “Samaria” (Ostraca), 921ss).
Después de la muerte de Jeroboam II, el surgimiento del Imperio Neoasirio pronto oprimió a Israel. Alrededor del 720 a.C., el ejército asirio sitió Samaria, y finalmente la destruyó y desplazó la población nativa (2 Rey 17:5). No está claro si Salmanasar V o Sargón II logró la hazaña; Sargón II reclama el mérito en su registro histórico personal, pero el Antiguo Testamento da a entender que el responsable fue Salmanasar V (2 Rey 17:3).

Los períodos Asirio y Helenístico

Los asirios rápidamente reconstruyeron Samaria como capital provincial. Por lo tanto, la ciudad padeció una deportación a gran escala de su población nativa y un repoblamiento con extranjeros (2 Rey 17:24 en adelante). Según Stern, “El motivo de esas deportaciones era … aumentar la población de ciudades y aldeas en Asiria y a la vez debilitar el país del enemigo destruyendo su estructura nacional, la cual era naturalmente hostil al conquistador” (Stern, Archaeology of the Land, 11). La ciudad de Samaria continuó su papel como capital provincial durante los siguientes períodos Babilonio y Persa.
Los datos epigráficos—escritura antigua descubierta por la arqueología—fechados en el período Persa esclarecen el papel sociopolítico de Samaria. Los ejemplos incluyen los papiros de Wadi ed-Daliyeh, una carta de Elefantina, y gran cantidad de pequeños hallazgos (ej., monedas, impresiones de sellos, bullas). Estas fuentes, junto con el Antiguo Testamento y la obra de Josefo, dan testimonio del hecho de que Samaria era estratégica y administrativamente importante para los asuntos del Imperio Persa en Siria-Palestina.
La relación entre las regiones de Samaria y Judá durante el período Persa sigue siendo tema de debate. ¿La región de Judá estaba bajo el control de Samaria y solo más adelante se independizó? ¿O Judá siempre fue independiente de Samaria? Las evidencias no son concluyentes, y no hay consenso (ej., Stern, Archaeology of the Land, 580–82; Meyers y Meyers, Haggai, Zechariah 1–8, 14–16). Lo que es concluyente es que la reconstrucción del templo de Jerusalén amenazaba a Samaria. Los gobernadores de Samaria entonces presentaron acusaciones contra la población judía ante el rey persa para evitar la reconstrucción del templo (Esd 4–5). Pero los esfuerzos samaritanos fracasaron (Esd 6:1–12).
De todos modos las tensiones entre Judá y Samaria continuaron durante el resto del período Persa y más adelante. Durante este período, la secta samaritana se separó del judaísmo, lo que finalmente dio por resultado la construcción del templo en el monte Gerizim (Magen, “Bells, Pendants, Snakes, and Stones”, 26ss.)
Cuando Alejandro el Grande conquistó el Imperio Persa, el gobernador de Samaria se rebeló. En respuesta, los griegos desplegaron su poder destruyendo la ciudad y reconstruyéndola como ciudad helenística. Durante el período Helenístico, la ciudad estuvo fuertemente fortificada ya que su importancia estratégica la convertía en el principal blanco de los rebeldes. Durante el período Helenístico había torres enormes y una red sofisticada de fortificaciones. Finalmente Juan Hircano destruyó la ciudad y la volvió a poner bajo el control judío alrededor del 110 a.C. (Avigad, Samaria, 1307).

Período Romano-Bizantino

Cuando Pompeyo tomó el control de Siria y Palestina para Roma a mediados del primer siglo a.C. Samaria cayó nuevamente en manos extranjeras. Después de que Roma anexó Samaria a una región mayor de Siria, la entregaron al rey Herodes quien reconstruyó la ciudad con estilo romano y le cambió el nombre por Sebaste.

Provincia romana de Judea en el siglo I d.C.


Durante la Guerra Judía, destruyeron nuevamente a Samaria, posiblemente por resentimiento al legado del rey Herodes. Con una declaración de Septimio Severo sobre su condición colonial, Samaria se reconstruyó en el 200 d.C. (Avigad, Samaria, 1302). Posteriormente la ciudad se convirtió en un sitio de peregrinaje para los primeros cristianos, ya que se la asociaba con Juan el Bautista y los profetas Eliseo y Abdías. Samaria también se convirtió en sede de un obispado para la iglesia primitiva, y el obispo gozó de un asiento en muchos de los primeros concilios ecuménicos, como los de Nicea, Constantinopla y Calcedonia (Purvis, “Samaria (City)”, 920).
Alrededor del 550 d.C. la región de Samaria sufrió un fuerte terremoto el cual devastó la ciudad, y nunca se reconstruyó en una escala significativa.

Relevancia bíblica

Libros históricos. Samaria era la capital del reino de Israel del norte. En los libros de Reyes y Crónicas, la importancia de Samaria proviene principalmente de su condición política. También se la percibe como la antítesis de Jerusalén. Tal percepción surge de considerar el testimonio general de 1 y 2 Reyes. Mientras Jerusalén era el hogar de la dinastía davídica estable con el templo, en Samaria las dinastías eran inestables, había cultos paganos y decadencia social. 1 Rey 17–18 demuestra esta relación antitética claramente. Allí se relatan los sitios asirios de Samaria y de Jerusalén. Samaria cayó, mientras que Jerusalén recibió ayuda.
El autor de Reyes también reconoció que los pecados similares a los que causaron la caída de Samaria, finalmente sellarían el juicio de Judá y Jerusalén. “Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo” (2 Rey 21:13). Esto implica que a pesar de su aparente inferioridad respecto a Jerusalén, Samaria servía en parte como lección y como advertencia para Judá (Sweeney, I & II Kings, 431). Lamentablemente, la advertencia cayó en oídos sordos.
En Esdras y Nehemías continúa el sentimiento anti-Samaria, especialmente porque aparece vinculada con individuos que se resistían agresivamente a la reconstrucción del templo de Jerusalén. El gobernador de Samaria y sus asociados intentaron evitar la reconstrucción del templo escribiéndole cartas de apelación al emperador persa (Esd 4:6). El gobernador Sanbalat de Samaria y su consejero Tobías parecen haber sido más agresivos en su resistencia, porque Nehemías termina la construcción de los muros de Jerusalén con la mitad de su fuerza de trabajo montando guardia con armas mientras los demás trabajaban (Neh 4). En ambos casos la resistencia fracasó, el templo se reconstruyó y se restauraron los muros de Jerusalén.

El cuerpo profético. El cuerpo profético generalmente muestra cierto desdén por Samaria, haciéndola blanco de juicio inminente. En Miq 1, Samaria representa la materialización del pecado. Oseas y Amós enfocan especialmente la corrupción, la violencia y la apostasía de Samaria además de su monarquía. Los asaltos y la violencia actuaban sin control (Ose 7:1). Los funcionarios de Samaria eran corruptos e inmorales (Ose 7:2–7). En Samaria los pobres y los oprimidos sufrían abusos (Amós 4:1). También era un centro de prácticas idólatras (Ose 8:5–6; Amós 8:14).
Los profetas pronuncian juicios contra Samaria por su papel en la Guerra Siro-Efraimita. Isaías se burla de Samaria por su intento de intimidar a Judá (Isa 7–9), y proclama finalmente que “el botín de Samaria será llevado ante el rey de Asiria” (Isa 8:4 NVI). No obstante, las referencias proféticas respecto a Samaria no son solamente sobre juicio y muerte. En Abdías, el profeta anuncia que el pueblo de Dios poblará Samaria una vez más (Abd 19). Ezequiel proclama que Samaria se restaurará junto con Jerusalén después que el juicio haya cumplido su propósito purificador (Eze 16). Por lo tanto, el cuerpo profético da lugar a un rayo de esperanza que atraviesa el sombrío cuadro. Hay un futuro para Samaria, pero se relaciona con el futuro de Jerusalén.

El Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento Samaria se refiere a una región geográfica y no a una ciudad. Más aún, la percepción de Samaria se relaciona con la percepción de sus habitantes, los samaritanos. En los tiempos del Nuevo Testamento, los judíos no se asociaban con los samaritanos porque se los consideraba impuros (comparar Juan 4:9).
En los relatos de los Evangelios, Samaria (o los samaritanos) aparecen en situaciones estratégicas. En Juan 4, Jesús se encuentra con una mujer samaritana en el pozo de Sicar. Aquí Jesús y la mujer hablan de la historia de los dos pueblos, de la familia de ella, y de la adoración. En esta conversación Jesús revela la verdadera naturaleza de la adoración y sus implicancias para el reino de Dios. “Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Jesús estaba diciendo que el reino de Dios trasciende las barreras y las costumbres sociopolíticas.

Ruinas de la ciudad de Samaria


En Hechos, Samaria representa una fase estratégica para el avance global del evangelio. Cuando las persecuciones de Saulo se desataron en Jerusalén y Judea, el evangelio pasó a Samaria (Hech 8); una desviación significativa respeto al mandamiento anterior de Jesús de llevar el evangelio a los judíos (comparar Mat 10:5ss). En Samaria, la evangelización de Felipe tuvo éxito, aunque era un éxito inesperado. (Hech 8:14–25). Desde allí en adelante la iglesia se expandió y creció, asegurando una estructura sólida; suficiente como para sostener las misiones universales de Pablo y de los otros misioneros. Por lo tanto, la secuencia de relatos en el libro de los Hechos comienza describiendo la evangelización de Samaria como un obstáculo crítico para la dispersión del evangelio. Solo después de ver la evangelización de Samaria, la iglesia tuvo el valor suficiente como para encarar la evangelización de los gentiles y del mundo.

Información arqueológica

Se realizaron dos principales excavaciones en Samaria (1908–10; 1931–35), y más adelante una expedición menor (1956–67). La universidad de Harvard condujo la primera, enfocando la parte occidental de la acrópolis. La segunda extendió el trabajo de la primera, y produjo los resultados más abarcadores. La última expedición, conducida por el Departamento Jordano de Antigüedades, se enfocó en el período Romano-Bizantino (Avigad, Samaria, 1302).

Campos de Samaria


Debido a la historia circular de destrucción y reconstrucción de la ciudad, y la reutilización de los materiales por parte de los constructores, el estudio estratigráfico es complicado. No obstante, está claro que Samaria exhibe nueve períodos diferentes de ocupación además del período Romano-Bizantino. Las primeras seis ocupaciones constituyen el período Israelita, los períodos siete a nueve constituyen el período Asirio hasta el Helenístico respectivamente. El principal debate gira en torno a los primeros seis períodos, especialmente la correlación entre los tipos de cerámica específica con sus correspondientes períodos ocupacionales. El cuadro siguiente resume el debate con sus principales voces (una reproducción de Avigad, Samaria, 1303).

Los períodos de ocupación Helenístico y Romano son los más llamativos. De hecho, el período Helenístico es tan penetrante que oscurece mucho al anterior período Persa. Durante el período Romano, Samaria llegó a la cúspide de su esplendor. Torres y puertas sofisticadas, calles bordeadas de columnas, grandes templos, un teatro, un estadio y un foro acentuaban el carácter romano de la ciudad (Avigad, Samaria, 1307–09).
Gracias a las diferentes marcas de la mampostería, I. Finkelstein correlaciona cronológicamente el período 1 de Samaria (fechado con seguridad abarca la vida de Omri) con el estrato VA-IVB de Meguido (fechado tradicional hasta el rey Salomón; Finkelstein y Mazar, 113–14). Por lo tanto el estrato VA-IVB de Meguido—con su puerta y su sistema de fortificación sofisticados—debería fecharse en la primera mitad del siglo nueve a.C., y no debería atribuirse a la campaña de construcción salomónica como sugiere la Biblia (1 Rey 9:15). La implicancia de la propuesta de Finkelstein es doble. Primero, el comienzo del período IIa de la Edad de Hierro, el cual tradicionalmente se consideraba que había comenzado alrededor del 1000 a.C., se reduce entre 75–100 años. Segundo, se cuestiona la veracidad del relato bíblico. No obstante, la propuesta de Finkelstein es altamente controvertida y susceptible a crítica (ej., Frese y Freedman, “Samaria I”; Finkelstein y Mazar, The Quest for the Historical Israel, 117–39).

Bibliografía
Avigad, Nahman. “Samaria (Region)”. Páginas 1300–10 en The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land. Editado por Ephraim Stern. 4 vols. Jerusalem: Israel Exploration Society & Carta, 1992.
Finkelstein, Israel, y Amihai Mazar. The Quest for the Historical Israel. Editado por Brian B. Schmidt. Archeology and Biblical Studies 17. Atlanta: Society of Biblical Literature, 2007.
Frese, Daniel A., y David Noel Freedman. “Samaria I as a Chronological Anchor of Finkelstein’s Low Chronology: An Appraisal”. Eretz-Israel 29 (2009): 36–44.
Kaufman, Ivan T. “Samaria (Ostraca)”. Páginas 921–26 en Anchor Bible Dictionary. Editado por David Noel Freedman. 6 vols. New York: Doubleday, 1992.
Magen, Yitzhak. “Bells, Pendants, Snakes, and Stones: A Samaritan Temple to the Lord on Mt. Gerizim”. Biblical Archeological Review 36.6 (2010): 26–35, 70.
Mazar, Amihai. Archaeology of the Land of the Bible: 10,000–586 BC. The Anchor Bible Reference Library. New York: Doubleday, 1990.
Meyers, Eric M., y Carol L. Meyers. Haggai, Zechariah 1–8. The Anchor Bible 25B. Garden City, NJ: Doubleday, 1987.
Purvis, James D. “Samaria (City)”. Páginas 914–21 en Anchor Bible Dictionary. Editado por David Noel Freedman. 6 vols. New York: Doubleday, 1992.
Stern, Ephriam. Archaeology of the Land of the Bible: The Assyrian, Babylonian, and Persian Periods 732–332 BC. New York: DoubleDay, 2001.
Sweeney, Marvin A. I & II Kings. The Old Testament Library. Louisville: Westminster John Knox, 2007.

DAVID B. SCHREINER

David Schreiner, «Samaria», ed. John D. Barry y Lazarus Wentz, Diccionario Bíblico Lexham (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).