Lectura: 1 Pedro 1:17-21
Un padre con mucho esfuerzo le compró un par de zapatos nuevos de futbol a su hijo como regalo de cumpleaños. Cuando el niño recibió aquel regalo no podía creerlo, eran los zapatos deportivos que anunciaba su jugador favorito, fue tanta la alegría que esa noche durmió con los zapatos puestos.
Al día siguiente tenía que jugar un partido importante, no obstante, cuando llegó el momento de vestirse utilizó sus zapatos viejos, olvidándose por completo de los nuevos que su papá le había comprado. Muy decepcionado el hombre le dijo a su esposa: “Querida, nuestro hijo no aprecia el regalo que tanto me costó comprar, no aprecia esos zapatos”.
Por supuesto eran zapatos muy caros, pero seamos realistas, un niño pequeño no entiende nada sobre las horas de trabajo, los salarios y los impuestos. Sin duda a un niño le encanta recibir regalos, pero jamás podemos esperar que aprecie el verdadero valor y el sacrificio que implica la compra de un obsequio.
Muchas veces, como creyentes nosotros también nos comportamos así. Nos encanta recibir regalos de Dios y sus increíbles misericordias, pero, cuántas veces damos por sentado cosas que en realidad son un regalo de Dios, por ejemplo: la salud, el trabajo, el hecho de poder levantarnos cada día; entonces podemos preguntarnos: ¿Cuán agradecidos somos con Dios? ¿Estamos conscientes de las implicaciones que tuvo para Dios el regalo de nuestra salvación, de cuán importante y costoso es?
El costo fue el más alto que podamos imaginar, tanto que si juntáramos en un solo lugar las cosas que consideramos más valiosas en este mundo, ni aun así podríamos acercarnos siquiera un poco al precio pagado por Dios.
En 1 Pedro se nos dice que se requirió: “la sangre preciosa de Cristo como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19). Jesús dio su vida, un alto precio que pagar, para transformarnos en parte de su familia. Y Dios lo levantó de los muertos (1 Pedro 1:21).
- ¿Alguna vez te has puesto a considerar el precio tan alto que Cristo pagó para que fueras salvo?
- Cuando entendemos el costo de nuestra salvación, aprendemos a ser verdaderamente agradecidos.
HG/MD
“Pues han sido comprados por precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo” (1 Corintios 6:20).
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