Lectura: Hechos 17:16-31
Tenía un muy buen concepto de un hombre que había hecho una carrera exitosa en la televisión, y era especialmente conocido por su aplomo y veracidad en el mundo de las noticias, debido a sus múltiples investigaciones que habían revelado escándalos y malos usos de dineros públicos, por lo que su estatus moral ante la sociedad era muy alto.
Sin embargo, un día me sorprendió escucharlo hacer un comentario, que más o menos decía lo siguiente “no quiero que nadie me diga lo que está bien o está mal”, al decir esto obviamente declaró que no le rinde cuentas a nadie, tan sólo a sí mismo.
La idea de que no le debemos rendir cuentas a nadie, ni siquiera a Dios, atrae a muchas personas. Sin embargo, contradice una verdad que todos debemos entender: hay cosas que debemos hacer y cosas que no debemos hacer, la Biblia llama “conciencia” a esa convicción interna.
El apóstol Pablo lo describe increíblemente bien en Romanos 1:18-20: “Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que con injusticia detienen la verdad. Porque lo que de Dios se conoce es evidente entre ellos pues Dios hizo que fuese evidente. Porque lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa”. El apóstol afirma que la voz de la conciencia revela las normas de Dios en los corazones incluso de las personas que nunca han escuchado la Palabra de Dios.
Eclesiastés 3:11-14 nos describe que Dios ha puesto un sentido de eternidad en el corazón de todas las personas, una convicción de que nuestras acciones tienen consecuencias eternas.
Debemos estar agradecidos porque la Biblia nos habla de Aquel a quién debemos rendir cuentas y asimismo define lo que está bien y mal. Pero más allá, debemos estar agradecidos de que ese mismo Dios quien nos revela lo mal que estamos y sus consecuencias, nos ofrece perdón mediante la fe en Cristo, razón por la que no debemos temer a su juicio (Hech.17:31)
- Te guste o no, debes rendir cuentas a Dios.
- La verdad es que sólo Dios tiene el derecho de decir lo que está mal y también tiene la forma de solucionarlo, se llama: Fe puesta en la obra redentora del Señor Jesús.
HG/MD
“Por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos” – Hechos 17:31.