Lectura: Romanos 16:1-16

Un reportero del USA Today, hizo referencia en uno de sus reportajes a las palabras de una joven que habló de su padre, el cual por cierto era una superestrella del béisbol: “No sé por qué él nunca pasa tiempo con nosotros. Todo lo que queremos de él, es que pase tiempo con nosotros.  Él nunca nos quiso”.

Cuando al atleta se le dijo lo que su hija había dicho de él, respondió: “No sé lo de que se está quejando.  Tan sólo la semana pasada le compré un auto de lujo”.

Obviamente, él no se dio cuenta de que una relación afectiva con su familia, tiene mucho más valor que cualquier otra cosa el dinero pueda comprar.  Esto es cierto en todos los aspectos de nuestras vidas. Necesitamos a la gente, mucho más de lo que necesitamos nuestras posesiones.

El apóstol Pablo destacó el valor de las relaciones, mientras concluía su carta a los creyentes en Roma (Romanos 16. 1-16). Después de enseñarles las verdades profundas acerca del Evangelio, envió sus saludos personales a más de 25 personas y las personas asociadas con ellas. Sus compañeros de trabajo se reunieron con él en el envío de saludos. Obviamente la amistad de los santos era para Pablo muy atesorada y significativa.

Las relaciones afectivas enriquecen nuestras vidas individuales.  Ellas nos animan en nuestra fe cristiana. Ellas hacen de una casa un hogar. Ellas revitalizan nuestras iglesias.

1. Date el tiempo para desarrollar relaciones afectivas significativas y serás grandemente bendecido.

2. No encontramos amigos, los hacemos.

NPD/HVL