Lectura: Salmos 103:1-5

Algunos días nos despertamos con dolor en las articulaciones y con el ánimo apagado y nos preguntamos cómo podemos sacudirnos el letargo y llegar al final del día.

He aquí una idea: Al igual que David, trata de elevar tu agradecimiento a Dios. Usa tu mente y tu memoria para volver a encender nuestro agradecimiento por todos los “beneficios” de Dios (Sal. 103:2). La gratitud llevará al gozo.

Agradece a Dios por Su perdón. El “perdona todas tus iniquidades” (v. 3), y “¿ha arrojado? a las profundidades del mar todos tus pecados” (Mi. 7:19).

Agradécele por sanar tus enfermedades (v. 3). Dios usa las dolencias y los desórdenes para atraerte más profundamente a Su amor y cuidado. Y, un día, cuando tu Señor venga por ti, Él sanará todas tus enfermedades.

Agradécele por coronar tu vida “de bondad y compasión” (v.4).

Agradece a Aquél que satisface tus deseos (v. 5). Él es tu satisfacción. Cada día, Él renueva tus fuerzas y tu vigor. Luego, tu espíritu puede elevarse y alzar vuelo como el águila.

“Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (v.2).

1. Bendice a Dios.

2. Nuevamente agradece Su amor por ti.

NPD/DRR