Lectura: Filipenses 1:1-7

Un impaciente estudiante universitario fue a ver al decano de la escuela y le preguntó si podía tomar un curso acelerado que le permitiese graduarse antes. “Sí”, le contestó el presidente. “Pero depende de lo quieras ser. Cuando Dios quiere hacer un roble tarda cientos de años. Pero cuando desea hacer una calabaza, sólo tarda seis meses”.

Al igual que ese estudiante, nosotros a veces nos frustramos por el ritmo de nuestro crecimiento espiritual. Nos gustaría ser más maduros de lo que somos. Nos decepcionamos cuando caemos de nuevo en una conducta infantil que creíamos superada. Por así decirlo deseamos terminar con la “escuela” antes de tiempo.

El crecimiento toma tiempo, sin embargo también existen periodos de crecimiento repentino o circunstancial. Por ejemplo los árboles crecen rápidamente durante un período de cuatro a seis semanas a principios del verano, en este momento aparecen nuevas fibras de madera entre la corteza y el tronco. El resto del año, su crecimiento es muy lento, pues estas fibras se solidifican y se convierten en madera robusta de la que se hacen los muebles, los cuales durarán en la mayoría de los casos varias generaciones.

¿Quizás creas, que no estás creciendo en tu vida cristiana, tan rápido como quisieras? Tal vez te estás “solidificando”. Es una parte vital del proceso que perfeccionará Aquel que comenzó la buena obra en ti (Fil.1:6). Sé paciente. Dios no ha terminado contigo aún.

  1. Los problemas son casi lo único que se puede conseguir a prisa.

 

  1. Siempre resultará útil que tengas a un creyente de confianza y que sea sincero, para que se pregunten cotidianamente: ¿Qué has aprendido del Señor en estos días? ¿Has hablado con Dios en esta última semana? ¿Por cuáles cosas puedo orar por ti? También servirá para que ambos se animen a seguir por el Camino de Dios.

NPD/DCE