Lectura: Juan 15:9-17

Al montarse en una bicicleta para dos ciclistas, hay algo que se debe tener siempre presente, la persona que está en el frente es la tiene el control, decide girar en una u otra dirección y establece el ritmo del paso, así que la función del ciclista que está en la segunda posición es ayudar a pedalear o ser un lastre para el primero.

A un hombre le encantaba montar ese tipo de bicicletas, era un creyente, tenía un buen trabajo, era una persona dinámica y le gustaba que las cosas se realizaran en el tiempo y la forma establecidos; pero tenía un grave problema, estaba acostumbrado a mantener todo bajo un control excesivo y debido a esto era obstinado, orgulloso y autosuficiente, razones por las cuales tenía problemas en su matrimonio, trabajo, iglesia y en su relación con Dios.

Una mañana el hombre ya no soportó más y decidió que tenía que dar un paseo en su amada bicicleta de dos plazas, con el fin de aclarar su mente, su paseo se extendió tanto que su esposa empezó a preocuparse, al final de la tarde regresó con los ojos inflamados de tanto llorar, pero con una cara que esbozaba una sonrisa que iluminaba todo; le dijo a su esposa: “Sabes, al fin lo entendí, permití que Dios tomara el asiento de enfrente”.

El consejo mandatorio que Jesús nos dejó con respecto a esta situación es claro y directo: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Juan 15:14).  Para lograrlo se requiere de nuestra parte algo bastante difícil de hacer, ser obedientes, lo cual demanda estar 100% comprometidos a entregar todas las áreas de nuestras vidas a Dios por difícil que esto sea.

  1. ¿Estás dispuesto a que Dios tome el asiento delantero?
  2. Jesús lo dio todo por ti, ¿cómo puedes dar menos?

HG/MD

“Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Juan 15:14)