Lectura: Mateo 27:32-44

A las afueras de la universidad el grupo de jóvenes de una iglesia decidió realizar una pregunta muy sencilla a los estudiantes que salían de sus clases: ¿Quién piensas que era Jesús?

Un muchacho dijo que había sido “una persona que se ocupaba de la gente”.  Otro declaró: “Me parece que era una persona genial”.  Sin embargo, también algunos lo rechazaron abiertamente al decir: “Era como cualquier otro. No creo que fuera el Salvador”. Y otros afirmaron: “No acepto ningún sistema de fe que diga: Yo soy el único camino a Dios”.  Estas respuestas muestran a grandes rasgos lo que las personas piensan acerca de Jesús, algunos lo aceptan como hijo de Dios y otras lo rechazan.

Cuando el Señor se enfrentó a la muerte, muchos se burlaron de la idea de que fuera alguien especial: “Pusieron sobre su cabeza la acusación escrita: este es Jesús, el rey de los judíos” (Mateo 27:37). Los que dijeron: “Tú que derribas el templo y en tres días lo edificas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y desciende de la cruz!” (v. 40), dudaban de su poder. Los religiosos incluso declararon: “A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar…” (v. 42).

Si la historia hubiera terminado con la muerte de Jesús, entonces sin duda sería una situación muy triste, intrascendente y sin poder; pero, cuando leemos la historia completa, vemos que entregó su vida de forma voluntaria. Asimismo, cuando salió de la tumba demostró ser el Hijo de Dios y tener poder ilimitado. Capta el valor de su muerte y contempla el poder de su resurrección. ¡Él es el Salvador del mundo!

  1. ¿Y quién es Jesús para ti?
  2. Jesús es Dios, el Señor, el Salvador, el Resucitado ¿Qué harás con esa verdad?

HG/MD

“Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!” (Mateo 16:16).