Lectura: Gálatas 2:11-21

Algunas personas acostumbran decorar sus automóviles con calcomanías o pegatinas, que muestran mensajes tales como: “Si puedes leer esto, estas demasiado cerca de mi parachoques”, “Prohibido robar”, “Me venden”; pero hay una frase que siempre me ha llamado la atención: “Jesús es mi copiloto”, quizás quién la colocó tenía una buena intención, sin embargo, no es la más adecuada.

Cuando he sido yo quién he estado en el asiento de conductor, muchas veces he conducido hacia lugares donde no quiero, ni debo estar. 

La función del Señor Jesús no es ser simplemente un “copiloto” espiritual, quién desde el asiento de al lado nos brinda consejos o instrucciones, debe ser siempre Jesús el que este del lado del conductor, esa es una verdad absoluta.

La mayoría de creyentes piensa que Jesús es nuestro Salvador, al morir en la cruz en nuestro lugar y eso sin duda es verdad, pero la historia no termina ahí.  Cuando Jesús murió a los tres días resucitó, y con ello venció a la muerte y al pecado, esto nos impacta a nosotros, el poder pecado, dejó de tener efecto mortal en nosotros.

El apóstol Pablo lo escribe de una forma extraordinaria en Gálatas 2:20: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí”. 

El pasaje nos dice que fuimos crucificados con Jesús, que ya no vivimos más, sino que es Él quién vive en nosotros, Cristo está en el asiento del conductor, los viejos destinos a los que solíamos ir ahora están prohibidos; las altas velocidades del egocentrismo, la codicia y las pasiones desenfrenadas, no deben tener efecto en nosotros.

No debemos quedarnos atascados en los pantanos del orgullo, ni debemos volver a caer en los baches de la amargura y la depresión.  Esto no quiere decir que no pecaremos más, lo que significa es que el pecado ya no debe enseñorearse de nuestras vidas (Romanos 6:14).  ¡Jesús es el único que debe conducir y limitar nuestras vidas!

  1. Jesús es tu copiloto, es Él quien debe siempre estar atrás del volante, permítele con gozo que Él conduzca.
  2. En el camino siempre podrá haber obstáculos o baches, pero puedes estar segur que Cristo te conducirá siempre por el camino correcto.

HG/MD

“Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí”.  (Gálatas 2:20).