Lectura: Juan 21:15-22
Las redes sociales son útiles para muchos propósitos, pero producir un sentimiento de satisfacción en quienes las utilizan no es su objetivo. Al menos, no para mí.
Por ejemplo, cuando me propongo buenos objetivos, puedo desanimarme si me entero de que otros están lográndolos primero que yo, o tienen mejores resultados. Todos estamos propensos a esta clase de desánimo; por eso, cuando se presentan ese tipo de sentimientos debemos entender que Dios no nos ha defraudado, sino que por el contrario nos ha dado todo lo que necesitamos para concretar lo que Él desea que hagamos.
Esto implica que no necesariamente requiero un presupuesto mayor ni un éxito asegurado. Tampoco es necesario que mejore mis condiciones laborales ni cambiar de trabajo. No me hace falta la aprobación ni el permiso de nadie. Ni siquiera es imprescindible que tenga buena salud o más tiempo. Tal vez Dios quiera darme algunas de esas cosas, pero lo que necesito ya lo tengo, porque, cuando Él asigna una tarea, también provee los recursos (Filipenses 4:19). Lo único que debo hacer es bendecir a otros y glorificar al Señor; pero, cuán difícil puede resultar hacer esto.
Tal como lo leímos, después de preparar el desayuno, el Señor Jesús conversó con Pedro sobre este tema y le dijo cómo terminaría su vida. Señalando a otro discípulo, Pedro preguntó: “Señor, ¿y qué de este?”. El Señor respondió: “Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene que ver esto contigo? Tú, sígueme”.
- Lo mismo debo preguntarme cuando me comparo con otros. Mi responsabilidad es seguir fielmente al Señor.
- Así que, sirve al Señor y deja de mirar a otros; mira a Jesús.
HG/MD
“Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).
Cuando miras a otros, pierdes de vista a Jesús. Él ya te ha dado todo lo que necesitas para cumplir tu propósito. Deja de compararte. ¡Síguele con todo tu corazón!
«Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras» (Efesios 2:10).