Lectura: Efesios 1:3-14

Parte de nuestro ministerio se centra en comunicarnos con las personas, gracias a las diferentes herramientas que nos brinda actualmente la tecnología.

A menudo preguntamos: ¿Cómo te encontró Jesús?  Si hoy te hiciera esa pregunta: ¿qué responderías? ¿Podrías dar una respuesta clara y bíblica?

Quizás esta simple pregunta te pueda servir para examinar si en verdad estas al tanto de los elementos básicos de tu salvación.  No para que puedas contestar la pregunta de un extraño como yo, sino para que conozcas con plena certeza si en realidad te has convertido en un hijo(a) de Dios.

Si tienes dudas sobre esta simple pregunta, entonces quizás debas preguntarte también:

  • ¿He reconocido que he pecado contra Dios? De acuerdo con lo que nos dice el apóstol Pablo en Romanos 3:23 “porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios”. Este pasaje nos dice claramente que ninguno de nosotros ha podido cumplir con las normas perfectas de Dios y por lo tanto somos pecadores.  Debido a ello la salvación es fundamental, necesitas ser perdonado.
  • ¿He reconocido que Cristo murió en la cruz para pagar por mi pecado y le he pedido que sea mi Salvador personal? El mismo apóstol Pablo en Romanos 10:9-10 nos dice lo siguiente: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación”.  La salvación no es asunto de tratar de ser bueno, ni creer que Jesús sea Dios, o vivir como él; se trata de reconocer nuestro pecado y aceptar el regalo de salvación que Él hizo por ti.
  • ¿Deseo vivir de tal manera que agrade a Dios? Esto da evidencia de que tu fe en Él es genuina.  (1 Juan 2:3-6)

¿Sabes si eres salvo? Esa es la pregunta más importante de todas.

  1. Para ir al cielo lo que cuenta es que conozcas a Jesús como tu Señor y Salvador personal.

 

  1. Jesús es el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Él.

HG/MD

“Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia”  (1 Pedro 3:15).