Lectura: Mateo 5:13-20

Una vez le preguntaron a un ex director de una Universidad Cristiana ya pensionado, que era lo que más extrañaba de su puesto, él sin dudarlo dijo: “A mis estudiantes, me encantaba ver su pasión por Jesús y la manera en la que se lo compartían a las personas a su alrededor”.

Luego prosiguió: “A menudo hablaba con las personas que tenían negocios alrededor de la Universidad, y ellos me comentaban lo contentos que se sentían por la clase de personas que asistían a clases, y hasta una vez el jefe de policía me dijo que cuando los estudiantes regresaban de sus vacaciones, era como si una luz se encendiera en la ciudad”.

Esto es exactamente lo que ejemplifica lo dicho por Jesús: “Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5:14).  Debe existir una diferencia que se aprecie a simple vista entre la integridad de los creyentes y la oscuridad que predomina en este mundo de sombras en el que vivimos.

No sólo se trata de hablar de Jesús, se trata de vivir según el carácter y prioridades de Jesús. Muchas personas nos observan, aunque no lo creamos, aun cuando no quieran oír de Jesús, podemos estar seguros de que nos están observando para ver si existe diferencia en nuestras vidas.

Así que cuando Jesús dijo: “Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (v.16), estaba reforzando el principio de que antes de hablar de nuestra fe, tenemos que vivirla, de tal manera que otros se pregunten y reconozcan que no somos como los demás.

  1. Nuestra capacidad de brillar para Jesús, dependerá de cuánto dejemos que Jesús sea quien tome las riendas de nuestra vida y nuestros actos.
  2. Para guiar a los demás, dejemos ver la luz de Cristo brillando en nuestra vida.

HG/MD

“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida” (Mateo 5:14).