Lectura: Isaías 55:1-7

Hay una verdad tan grande como el Universo en el cual vivimos: “Nadie es lo suficientemente bueno como para merecer el cielo; ya que, hasta las mejores de nuestras obras, están contaminadas, aunque sea con un poco de egoísmo y vanidad”.

La única forma en la cual podemos recibir ese regalo, es a través de la gracia de nuestro amado Dios, y sin dudas, estas son las buenas nuevas del evangelio que en la mayoría de los casos ofende nuestro orgullo.

Se dice que un hombre estaba borracho y muy enojado, mientras ingresaba a un local del ejército de salvación. Llegó con un objetivo: encontrar a una joven voluntaria que ofrecía su trabajo en ese lugar y quien le había compartido el mensaje de salvación a su ex novia.  La novia del hombre lo había dejado porque él no quería abandonar su vicio; y cuando la encontró le preguntó su nombre y si había hablado sobre Jesús con su exnovia y seguidamente le propinó un fuerte golpe en la cara.

En ese momento, los que estaban allí empezaron a recriminarle por ese acto tan cobarde; inmediatamente se sintió muy mal e intentó ajustar cuentas al golpear a otro hombre que se había dedicado al boxeo en su juventud; lo que no sabía era que este hombre había entregado su vida al Señor.  Se sintió desconcertado, pues el exboxeador y la joven no buscaron venganza y estuvieron dispuestos a perdonarlo.  Lleno de rabia se fue del lugar, el orgullo le impidió pedir perdón.

Así como sucede en este ejemplo, no hay forma en la cual podamos ajustar cuentas con Dios por nosotros mismos, el borracho no pudo disculpar su error al golpear a estas dos personas.  No es necesario buscar un empate con nuestros propios medios, ya que Dios nos ofrece una solución, que obtenemos por medio de la obra salvífica de Jesús en la cruz, con ello tendrás Su perdón y tendrás acceso a la vida eterna (Romanos 6:23).

  1. No dejes que tu orgullo sin sentido te impida obtener el mayor de los regalos, reconoce tu pecado y que no puedes hacer nada para solucionarlo, cree y deposita tu fe en el ofrecimiento de perdón realizado por Dios por medio de Jesús; Él ya pagó la deuda que había sobre tu vida.
  2. La salvación es gratuita, pero tuvo un gran precio, el sacrificio del Hijo de Dios en la cruz.

HG/MD

“Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).