Lectura: Isaías 41:10-13
Para mejorar la apariencia del jardín de la casa, ese día estaba haciendo algunos trabajos, así que había muchas cosas tiradas por aquí y por allá, por ejemplo, cables y materiales.
En medio de todo aquel desorden miré que una pequeña lagartija había quedado atrapada en unos cables finos. Así que me puse los guantes de jardinería y traté de acercarme al animalito de la manera más cuidadosa posible, y empecé a cortar los hilos.
Sin embargo, la pequeña lagartija no estaba contenta conmigo, trató de morderme un par de veces e ingenuamente le dije: “Amiguita no te voy a hacer daño, quiero liberarte”. Y por supuesto no me entendió, así que continuaba con su frenética lucha por salir de aquella situación. Finalmente, pude cortar el cable que la estaba reteniendo y salió a toda velocidad a su escondite.
En muchas ocasiones creo que nos sentimos de una forma similar a la de este pequeño animal, atrapados y reactivos, con miedo a Dios. Sin importar lo asustados o alejados que estemos de Él, Dios siempre está ofreciéndonos salvación y esperanza; no obstante, nos resistimos sin entender que Él desea ayudarnos. En Isaías 41:13, el profeta escribió lo siguiente: “Porque yo, el Señor, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: No temas; yo te ayudo”.
Cuando piensas en tu situación, ¿cómo ves el papel de Dios? ¿Tienes miedo de dejarlo actuar porque piensas que te puede doler? El Señor es bueno, está cerca, y desea liberarte de los enredos de la vida.
- Sin importar tu situación o cuan alejado creas estar de Dios, permite que te ayude. No tengas miedo de dejarlo actuar, Él no te dañará.
- Puede suceder que el proceso para sanar tus heridas no te agrade; no obstante, puedes confiar en Él y en que es lo mejor para ti.
HG/MD
“Porque yo, el Señor, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: No temas; yo te ayudo” (Isaías 41:13).
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