Lectura: Lucas 22:39-51
Una agrupación musical conformada por algunos amigos había sido contratada para realizar la mayor presentación de su historia ya que se iban a presentar ante un número de personas bastante grande, el mayor número ante el cual se habían presentado jamás, y por consiguiente todos estaban muy emocionados, pero también nerviosos.
Luego de la presentación, uno de ellos fue entrevistado y reconoció que estaba muy nervioso, y debido a ello, en una de las melodías más importantes de un solo, había tocado mal un acorde. Se sintió avergonzado, pero de inmediato su compañero continuó como si nada hubiese pasado. “Improvisó unas notas que hicieron que mi acorde sonara correcto”, indicó el músico.
Al pensar en esto vemos un gran ejemplo de liderazgo amoroso. Entre los músicos no se reprendieron, ni se ridiculizaron. Simplemente, reajustaron el plan y lo que en potencia era un error terrible se convirtió en algo hermoso.
De manera similar se comportó Jesús cuando Pedro le cortó la oreja a uno de los hombres que fue a arrestar a Jesús, Él literalmente se la volvió a colocar en su lugar (Lucas 22:51), lo cual dio el mensaje de que estaba entre nosotros para salvar. Una y otra vez, el Señor utilizó los errores de los discípulos para mostrarles que había un camino mejor.
Lo que Jesús hizo por sus discípulos, lo sigue haciendo por nosotros; y a su vez nosotros podemos hacerlo por los demás.
- En vez de magnificar cada error, podemos convertirlos en actos maravillosos de perdón, restauración y redención.
- En lugar de destruir relaciones, seamos puentes de comunicación del mensaje de Dios para quienes lo necesitan.
HG/MD
“Entre ustedes no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su servidor” (Mateo 20:26).