Lectura: 1 Corintios 12:1-11
El ministro de una pequeña iglesia había quedado viudo hacía unos meses, y ahora a su hijo menor le habían diagnosticado un cáncer en la sangre.
Por supuesto, el ministro se llenó de confusión y estrés, pues a falta de su esposa se preocupaba por quién cuidaría al pequeño mientras él continuaba con sus labores en la iglesia. Pero, sin preguntar ni decir nada, varias mujeres de la iglesia se ofrecieron a ayudarlo con el cuido del pequeño y con la preparación de las comidas, para que ambos tuvieran la fuerza suficiente y pudieran enfrentar la difícil situación.
En su carta a los corintios el apóstol Pablo escribió sobre el propósito por el cual a los creyentes se les había concedido dones espirituales por parte de Dios. Antes de enumerar los dones en 1 Corintios 12:8-10, amablemente les recordó que “a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu para provecho mutuo” (1 Corintios 12:7).
Los dones espirituales no fueron concedidos para ser usados de manera egoísta, sino para servir a los demás; al hacer esto estamos obedeciendo y sirviendo a Dios.
A todos los creyentes se nos han concedido dones que en todo momento y lugar deben estar dispuestos para “la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). Dondequiera que el Señor nos haya colocado, podemos usarlos para Su gloria y para el servicio de nuestros semejantes.
- Como parte del cuerpo de Cristo utiliza tus dones dados por Dios para alentar a otros.
- Nuestro mejor testimonio debe ir acompañado de actos de bondad hacia los demás y una vida que demuestra que Dios está actuando en nosotros; de esta forma difundimos vívidamente el poder del evangelio.
HG/MD
“Pero a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu para provecho mutuo” (1 Corintios 12:7).
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