Lectura: Juan 17:1-26
Sin lugar a dudas vivimos en un mundo cada vez más peligroso. Leyendo una vez un artículo, me encontré la historia de una dama y sus 2 hijos quienes vivían en uno de los peores barrios de su ciudad.
Los borrachos vagaban por las esquinas, las pandillas gobernaban el vecindario, y en todas las calles había casas donde se vendían drogas. Los disparos de armas de fuego rompían el silencio día y noche. Cada tres o cuatro días asesinaban a alguien.
La mamá de estos 2 jóvenes tenía algunas reglas muy sencillas. Antes de salir de la casa orar como familia, tener un breve devocional bíblico familiar, poner atención en clases, no meterse en problemas y: “cuando oigas disparos, no te quedes ahí parado ¡corre!”, “y ¿por qué es importante correr” les preguntaba la madre. “Porque las balas no tienen ojos”.
El mundo era un lugar peligroso para estos muchachos. Tenían reglas que los protegían y la seguridad de tener puesta su fe en el Señor.
Quizás para nosotros el peligro no sean balas, pandillas, ni vendedores de drogas. Pero sin importar donde estemos o lo que hagamos, necesitamos protección del mal de este mundo. Es por eso que Jesús oró por nosotros a su Padre en los cielos: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15).
- Es esencial que cada día oremos a Dios por sabiduría y protección para nosotros y los demás. Tal vez las balas no tengan ojos, pero Satanás sí. Usemos el ejemplo que Jesús dio en Juan 17 y oremos los unos por los otros.
- No sólo estamos en una situación peligrosa en este mundo, la Biblia nos dice que estamos en medio de una batalla espiritual; usemos las herramientas y armas de la fe que Dios nos proveyó (Efesios 6:10-20).
HG/MD
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15).