Lectura: Salmo 119:33-40

De acuerdo con Manfred Spitzer, catedrático de Psiquiatría, especialista en Neurociencia y director de la Clínica Psiquiátrica de Ulm en Sttutgart, en un futuro muy cercano, los consumidores de las nuevas tecnologías no serán capaces de retener nada en la memoria, consumirán la mayor parte de su energía intercambiándose breves notas sociales, entretenidos y distraídos, fuera de una ocupación verdaderamente profunda con personas y conocimientos. No poseerán la capacidad de reflexión básica, ni tampoco la habilidad comunicarse realmente, cara a cara.

En el sistema educativo en general, la memorización y la recitación oral están desapareciendo del plan de estudios. Nos hemos convertido en una cultura que no hace nada para promover el desarrollo de las habilidades memorísticas.

No obstante, como seguidores de Cristo, jamás nos hemos encontrado en mayor necesidad de guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones (Salmo 119:9-11).   Meditar en las Escrituras y memorizarlas es más que un ejercicio mental útil.  Nuestra meta debe ser llenar nuestros corazones y mentes con la verdad de Dios, para que podamos llevar una vida de acuerdo con su voluntad.  David escribió: “Enséñame, oh Señor, el camino de tus leyes, y lo guardaré hasta el fin” (Salmo 119:33).

  1. La constancia en la oración, el estudio diario de las Escrituras y reunirse con otros para compartir lo que hemos aprendido, son elementos clave para crecer en nuestra relación con Dios. Y, al igual que el ejercicio físico, esta disciplina espiritual mejora cuando se realiza con un pequeño grupo o con un amigo. ¿Por qué no comenzar a memorizar las Escrituras? Te invitamos a iniciar con la implementación de este hábito; todos los lunes compartimos un verso diario que puedes memorizar.
  2. Puedes confiar en la Biblia, Dios nos la dejó para nuestra guía oportuna.

HG/MD

“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.” (Salmos 119:11).