Lectura: Deuteronomio 32:6-29

Era la primavera de 1981, cuando un hombre decidió emprender la aventura de su vida; ir a las lejanas tierras de Alaska sin más compañía que su cámara fotográfica, 500 rollos de película, muchas armas de fuego y 635 kilos de comida.

Conforme pasaron los meses, su ilusión se transformó en pesadilla. En una de las últimas anotaciones de su diario, escribió lo siguiente: “Creo que debí haber planificado mejor el momento de mi partida de este alejado lugar, pronto sabré las consecuencias de esa decisión”.  A mediados de noviembre, a tan sólo unos pocos días del rescate programado, el hombre murió sólo, en un valle sin nombre, junto a un lago sin nombre, a 362 kilómetros del poblado más cercano de Fairbanks. 

Una investigación sobre el suceso reveló que el hombre había planificado bien la mayor parte de su viaje, pero se había equivocado en el método de extracción, ya que no previó un medio de comunicación que permitiera su rescate.

En nuestra lectura devocional en el libro de Deuteronomio, los israelitas también cometieron un error similar.  Por un tiempo tuvieron a mano todo lo que necesitaban, pero se olvidaron de que Dios era Su proveedor (Deuteronomio 32:15-18).

Muy pronto comprendieron que no habían pensado en las consecuencias de adorar a dioses falsos y de vivir una vida de egocentrismo.  Su comportamiento provocó el juicio de Dios (v. 32:19-25).  No habían considerado “cuál sería su final” (v.32:29).

  1. Te has puesto a pensar en ¿cuál fin te espera?  Es de sabios prepararse desde ahora para ese fin.  Cuando depositamos nuestra confianza en Jesús como nuestro Señor y Salvador, podemos estar seguros que hemos planificado el mejor de los futuros.
  2. Nunca será demasiado pronto para que planifiques tu eternidad.

HG/MD

“Si fueran sabios, entenderían esto; comprenderían cuál sería su final.” (Deuteronomio 32:29).