Lectura: Romanos 8:1-13

En un vuelo de avión me senté al lado de un pasajero que parecía estar muy nervioso.  Me confesó que era su primera vez que volaba, y expresó que no entendía muy bien las razones científicas por las cuales aquella mole de metal se mantenía en el aire, deseaba poder tener algo de control sobre aquella situación y no dejaba de pensar en que la gravedad podía hacer caer al avión.

Aunque en verdad la ley de la gravedad nos atrae con fuerza hacia la tierra, existe otra ley actuando sobre los aviones, y es la ley de la aerodinámica, la cual vence la atracción de la gravedad.  Si aquel nervioso pasajero hubiera estado consciente de ese principio cuando abordó aquel avión, se hubiera ahorrado horas de preocupación innecesaria.

De una manera similar, muchos creyentes están tratando de alcanzar y mantener alturas espirituales por medio de  su control y voluntad.  Pero, cuando confiamos en nuestro propio esfuerzo, estamos destinados a la equivocación y a la caída, que está ligada a la ley del pecado y de la muerte tal como lo explica Romanos 8:2, mas no obstante, en ese mismo pasaje encontramos la solución, una ley aún más fuerte que la ley del pecado y la muerte, es la  ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús, que libera de la condenación que acarrea el pecado, a todos aquellos que confían en Dios.

Si estás viviendo puramente por el poder de tu voluntad, estás viviendo una vida cristiana que aún no ha despegado  realmente.  Sin embargo, en el momento que confías en Cristo te liberas del cuerpo de muerte y empiezas a elevarte por las alas de Su Espíritu.

  1. Fallaremos en el intento de vivir una vida que agrade a Dios, a menos que el Espíritu Santo llene nuestras vidas. “Y no se embriaguen con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sean llenos del Espíritu” (Efesios 5:18)

 

  1. Cuando empezamos a vivir conforme al Espíritu experimentamos la verdadera paz que Dios ofrece.

HG/MD

“Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos mora en ustedes, el que resucitó a Cristo de entre los muertos también les dará vida a sus cuerpos mortales mediante su Espíritu que mora en ustedes” (Romanos 8:11)