Lectura: Santiago 1:1-12

Hay compañías de computadoras que se especializan en equipos de alta resistencia, y como parte del procedimiento someten los equipos a las más duras pruebas.

Antes de ser despachados, los equipos son sometidos a altas temperaturas, luego literalmente se los congela y por último deben resistir una fuerte prueba donde son sacudidos severamente durante 15 minutos, todo con el fin de que sus usuarios estén seguros que funcionarán aún en las condiciones más rudas, y así puedan operarlas sin preocupación porque no funcionen; literalmente estas computadoras están siempre listas para ir al campo de batalla.

Este es similar al proceso de formación espiritual por el cual tenemos que pasar todos los creyentes, por lo tanto, si has depositado tu fe en Jesús, lo estás viviendo aunque todavía no te hayas dado cuenta.

Dios mismo es quien permite momentos de prueba para prepararnos a fin de servirle. La Biblia nos puede sorprender al decirnos que cuando estemos pasando por circunstancias difíciles apliquemos las siguientes palabras: “tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3), adicional a ello, el mismo pasaje en Santiago 1:5 nos dice: “si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios —quien da a todos con liberalidad y sin reprochar— y le será dada”.  Pero, ¿por qué es importante pedirle sabiduría a Dios? La respuesta es simple: para que sepamos cómo responder ante la prueba.

Si la vida se tratara solamente de vivir momentos confortables, entonces bastaría con que existieran creyentes débiles y sin ninguna profundidad.  Sin embargo; vivimos en un mundo sumergido en una batalla espiritual de vida o muerte, y es por ello que Jesús nos lo advirtió con estas palabras: “No ruego que los quites del mundo sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15).

  1. Si comprendemos que necesitamos depender de Dios siempre, estaremos más preparados para ser útiles en el servicio a nuestro Señor y nuestros semejantes.
  2. El Señor permite tiempos de adversidad, no para destruirnos, sino para que seamos mejores y más resistentes.

HG/MD

“Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia.” (Santiago 1:2-3).