Lectura: Mateo 6:25-34
La preocupación excesiva puede convertirse en pecado; en muchos casos puede evidenciar que la causa de esta preocupación es la falta de fe. Para muchos creyentes la preocupación desmedida causa que no puedan ser el tipo de personas que Dios quiere que sean, gozosos y llenos de paz.
Piensa por un momento en las cosas que causan que te preocupes. ¿Cuáles de esas cosas han sucedido? Y ¿Cuántas de las cosas que en verdad te sucedieron, nunca te pasaron por la mente? Tendemos a llenarnos de ansiedad por aquello que tal vez podría pasar y que casi con seguridad nunca sucederán.
Un paracaidista había saltado más de 100 veces sin haber sufrido ningún incidente grave; no obstante, un día luego de levantarse de la cama, caminó al baño y en el camino se resbaló en la alfombra del baño, cayó al suelo y se quebró 4 costillas. Había sido muy precavido alistando hasta el último detalle de sus saltos, pero le sucedió algo por lo que nunca se había preocupado, tropezar en la alfombra de su baño.
El Señor nos dijo en su palabra que es inútil afanarse porque la preocupación excesiva en verdad no cambia nada (Mateo 6:27). Como creyentes debemos estar consientes y seguros de que Dios conoce lo que verdaderamente necesitamos, y cuidará de nosotros (1 Timoteo 6:8; Mateo 6:28-34).
1. Puedes estar seguro de que preocuparte por algo nunca resolverá nada, así que más bien ocúpate en orar y estudiar Su Palabra. Enfréntate con valentía a lo que te preocupa, el Señor esta de tu lado.
2. La preocupación no mejora el futuro, tan sólo consigue arruinar el presente.
HG/MD
“Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34).