Lectura: Salmo 119:9-16

Mientras estábamos de visita donde unos amigos, cuando íbamos a comprar el pan para el desayuno, acostumbrábamos pasar al lado de un edificio donde siempre había una larga fila de personas.

Era un grupo muy diverso, había jóvenes, adultos y de todas las etnias y aspectos.  Al tercer día de preguntarme cuál sería la razón de aquella fila, paramos al lado de ellos para preguntar, y una joven me contestó: “Estamos en libertad condicional y ahora debemos someternos un par de veces a la semana a un control de consumo de drogas para demostrar que permanecemos limpios”.

Lo que dijo aquella joven me impactó, ya que también pude encontrar una relación con mi necesidad de permanecer espiritualmente limpio delante de Dios.  Cuando el salmista se preguntaba qué podía hacer para vivir una vida que agradara a Dios, concluyó lo siguiente: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.  ¡Bendito seas tú, oh Señor! Enséñame tus leyes.  Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras” (Salmo 119:11-12, 16).

A la luz de la Palabra de Dios ves tu pecado, pero también observas su amor en Cristo. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

  1. Por su gracia… permanece limpio .
  2. No olvides estudiar su Palabra y sobre todo obedecer los principios aplicables para nuestro tiempo.

HG/MD

“Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras” (Salmo 119:16).