Lectura: 2 Pedro 1:3-11
Cuando se es niño, uno no quiere pensar mucho en el futuro. Por eso es que a veces no sirve de mucho el desgastarse en sobre medida explicándole a un niño(a), los beneficios a largo plazo de esforzarse por aprender a dividir, practicar un deporte o aprender a tocar un instrumento musical. Mientras tratamos de convencerlos de que necesitan prepararse para su futuro, sus mentes están disfrutando del presente.
Todos sentimos esa tensión. Igual que los niños que se complacen en un día de verano, nosotros preferiríamos pasar el tiempo disfrutando la vida: jugando, recreándonos, e incluso saboreando el gozo de trabajar en algo que nos encanta, en lugar de realizar el arduo trabajo de prepararnos para el futuro.
Si has depositado de corazón tu fe en Cristo para que te salve, tienes la seguridad de un futuro con Él en el cielo. Eso podría hacer que te sientes a relajarte, pensando que el resto de tu vida será como unas vacaciones. Sin embargo, eso no es lo que la Biblia enseña.
En Filipenses 2:12 Pablo dijo que nos “ocupásemos” en nuestra salvación. Y en 2 Pedro 1:8 el llamamiento es a que añadamos cualidades piadosas a nuestro carácter. Al hacerlo nos preparamos para el tiempo en que es estaremos con nuestro Señor.
- La pereza espiritual no es una opción para el creyente. Preparémonos para servir aquí en la tierra y para la eternidad con Dios en los cielos.
- Este es el momento de invertir en la eternidad.
HG/MD
“Y por esto mismo, poniendo todo empeño, añadan a su fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, perseverancia, a la perseverancia, devoción; a la devoción, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7).