Lectura: Hechos 12:5-17
Decía un pastor: «A menudo visitaba a los residentes en los hogares de ancianos. Nunca olvidare a una querida dama anciana que conocí. Era ciega y había estado postrada en cama por siete años, pero se mantenía dulce y radiante. Un día me contó acerca de un sueño que tuvo. Estaba en un bello jardín, donde el pasto era una lujosa alfombra debajo de ella y la fragancia de las flores llenaba el aire.
Ella cayó de rodillas, encantada por la escena. Cuando sus pensamientos se vieron atraídos hacia el cielo, ella sintió la necesidad de orar por su propio pastor, por mí, y por los demás. Sin embargo, cuando se despertó, descubrió que seguía en su cama del hospital. Con una sonrisa me dijo, «Sabe, pastor, al principio estuve un poquito decepcionada. Pero en un sentido, el sueño era verdad. ¡Esta vieja cama ha sido un jardín de oración por estos siete años!». La oración había hecho de su habitación un lugar santo de meditación y bendición.»
La oración también marco una diferencia cuando Pedro estuvo en prisión (Hechos 12). Orar no siempre es fácil, ya que la verdadera intercesión demanda autodisciplina. Muchos de nosotros caemos en decir palabras que suenan bien sin orar de verdad. A menudo, Dios nos lleva a estar de rodillas a través de la presión de las circunstancias, donde hemos de «buscad al Señor y su fortaleza; buscad su rostro continuamente» (1 Crónicas 16:11).
1. ¿Cuán a menudo oras? La Biblia dice: «Orad sin cesar» – 1 Tes. 5:17, lo que implica un actitud de oración diaria, no que tengamos los ojos cerrados todo el día, sino estar pendiente de las cosas, aprovechar las oportunidades de compartir las buenas nuevas con otros y agradecer las bendiciones dadas por Dios.
2. ¿Has orado este día?
NPD/HVL