Lectura: Romanos 5:1-5

Un joven creyente le pidió a otro creyente quien era  mayor, que por favor orara por él para poder tener más paciencia.  El hombre mayor se puso sobre sus rodillas y empezó a orar de la siguiente forma: “Señor te pido que a partir de mañana le envíes a este joven tribulaciones en la mañana, tribulaciones en la tarde y tribulaciones en…”.  Antes de que pudiera terminar su oración, el joven lo interrumpió diciendo: “espere, espere, yo no le pedí que orara por mí para que tuviera tribulaciones, yo quería que usted orara por mí para tener más paciencia”.  “Ah”, respondió el sabio creyente, “pero lo que aún no has entendido es que por medio de las tribulaciones de la vida, aprendemos a tener paciencia”.

Las palabras de esta persona nos recuerdan las que leímos hoy en la lectura bíblica, donde Pablo nos dice: “la tribulación produce paciencia”.  Esta paciencia o perseverancia, puede ser definida como la constancia, o capacidad de permanecer firmes sin ceder, pese a las dificultades.

Esta era una de las constantes en la vida del apóstol Pablo, quien durante su ministerio sufrió azotes, apedreamientos, habladurías en su contra y hasta naufragios, más sin embargo permaneció firme en la fe y no evadió su llamamiento (2 Cor.11:23-33).

  1. ¿Estás enfrentando pruebas en tu vida? Lo primero que tienes que hacer es alabar a Dios.  Todo está bajo su control, ya sea que sea agradable o doloroso, está diseñado para desarrollar tu paciencia.

 

  1. Los que esperan en el Señor pueden llevar el peso de la adversidad con gozo.

HG/MD

“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia” (Romanos 5:3).