Lectura: Romanos 13:1-7
En 1787 fue convocada una convención en los Estados Unidos para revisar los Artículos de la Confederación. Durante semanas, los delegados examinaron la historia antigua y se analizaron los gobiernos modernos, en busca de nuevas ideas. Pero nada era adecuado para la nación recién nacida.
Por último, un distinguido caballero llamado Benjamin Franklin se levantó y dijo: «En la presente situación de esta asamblea, en la que estamos a tientas, ya que estamos en la oscuridad tratando de encontrar la verdad política, que apenas es capaz de distinguirse cuando se presenta ante nosotros, ¿Cómo es posible que hasta ahora no se haya pensado en una súplica humilde ante el Padre de las luces para iluminar nuestro entendimiento?” El sr. Franklin creía que había un Dios soberano que podría constituir una guía para aquellos que le busquen.
Si alguna vez hubo un momento para seguir su ejemplo de oración, es ahora. Pablo dijo que los gobiernos son establecidos por Dios (Rom. 13:1), y que hemos de orar por aquellos en autoridad sobre nosotros (1 Tim. 2:1-2). Este principio de oración también se aplica a la elección de nuestros líderes. Hay que informarse y votar en oración por aquellos que dan forma a nuestras leyes.
1. Porque Dios nos ha dado instrucciones para hacerlo, podemos, de hecho debemos sin vergüenza mezclar audazmente oración con nuestra elección política, cualquiera que esta fuere.
2. Lo que hace que los hombres sean buenos creyentes, también les debe hacer buenos ciudadanos
NPD/DDH