Lectura: 1 Corintios 1:18-31

Una vez un grupo de iglesias decidió que, en el memorial de la última semana del Señor en la Tierra, no harían referencias a la cruz, y esta omisión fue totalmente deliberada.  Al consultarle a uno de los líderes de esas iglesias sobre el por qué de esa decisión, explicó lo siguiente: “La cruz tiene demasiado bagaje cultural”.

La idea de la cruz y todo el sufrimiento asociado a este instrumento de muerte, son demasiado repulsivos y gráficos para muchas personas.  El apóstol Pablo explicó este tipo de conducta al escribir las siguientes palabras: “Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura…” (1 Corintios 1:18).

Ser salvados gracias a la injusta ejecución de un judío muchos siglos atrás, es una ofensa para el orgullo y autosuficiencia de muchas personas.  No obstante, sin esa cruz, la tumba vacía carecería de significado y valor, es por esto que el mismo Pablo reafirmó agradecido este mensaje de la siguiente manera: “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo” (Gálatas 6:14).

Cada año, al inicio de la semana del memorial de la entrada triunfal, muerte y resurrección de nuestro Señor, debe venir a la mente del creyente, todos los acontecimientos que tuvieron lugar, sus palabras, las falsas acusaciones, las negaciones y el arrepentimiento, aquella colina olvidada de Jerusalén, que recibió la sangre preciosa de nuestro amado Señor; nuestra salvación no tuvo un precio barato, por el contrario, demandó el máximo sacrificio.

  1. Tan sólo recordar la entrada triunfal, las palabras de perdón y la resurrección no es suficiente, nunca debemos omitir el recuerdo y lecciones de la cruz; después de todo allí debimos haber estado cada uno de nosotros y no el inocente Jesús.
  2. No nos dejes olvidar el gran amor mostrado en la cruz, por una humanidad que no lo merecía: ¡Gracias Señor y Salvador Jesús!

HG/MD

“Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura; pero para nosotros que somos salvos, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).