Lectura: Lucas 15:4-10
Un día estaba almorzando en un restaurante y al terminar me dirigí hacia el automóvil porque ya iba tarde a un compromiso; para terminar de complicar la situación, no podía encontrar las llaves de mi automóvil.
Entonces, empecé a pensar en todas las complicaciones que esto traería, primero llegaría tarde a mi compromiso, segundo, si me iba del parqueo y alguien había encontrado las llaves, podría robar mi vehículo, también tenía mi computadora allí y las notas para mi presentación estaban en ella. ¡Qué alivio sentí cuando un empleado del restaurante me indicó que las había encontrado debajo de la mesa donde estaba almorzando!
En Lucas 15:8-10, nuestro Señor relató la historia de un objeto que se había perdido: una moneda valiosa, equivalente al salario de un día de trabajo. La mujer que la había perdido estaba tan preocupada por encontrarla que encendió una lámpara, barrió la casa y buscó minuciosamente hasta que la encontró.
Entonces, les dijo a sus amigos: “Gócense conmigo porque he hallado la moneda que estaba perdida” (v. 9). Después, Jesús explicó la idea del relato: “Les digo que, del mismo modo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (v. 10).
- Las personas son valiosas para Dios, Jesús pagó el precio final al morir en la cruz para redimirlas, pero quienes aún no lo conocen están perdidos en sus pecados. ¿Conoces personas que están perdidas? ¿Qué estás haciendo para presentarles el mensaje de salvación?
- Pídele al Señor que te dé oportunidades para compartir la buena noticia del evangelio en tu área de influencia, para que las personas se arrepientan de sus pecados y la gracia de Dios las alcance.
HG/MD
“Cuando la halla, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: Gócense conmigo porque he hallado la moneda que estaba perdida” (Lucas 15:9).